El 25 de septiembre de 1932 nació en Ontario, en Canadá el gran pianista canadiense que se destacó especialmente por sus grabaciones en piano de las obras de Bach, Glenn Herbert Gould. También fue un compositor de obras para piano y de música de cámara y un ágil intérprete de transcripciones para piano de obras de Richard Wagner. Sus padres fueron Russell Herbert (Bert) Gould y Florence (Flora) Emma Greig Gould, presbiterianos de una extracción escocesa. (Greig es la pronunciación original de Escocia de su nombre, diferente a la variante noruega Grieg)..
Su primera maestra de piano fue su madre y su abuelo era primo del compositor noruego llamado Edgard Grieg. A la edad de 10 años comenzó a atender al Conservatorio de Música Real en Toronto, donde el estudió piano con Alberto Guerrero, órgano con Frederick C. Silvestre y teoría con Leo Smith. En 1945, Gould dio su primera actuación pública (con órgano) y al año siguiente hizo su primer aparición con una orquesta que fue la Orquesta Sinfónica de Toronto, interpretando el “Concierto para piano numero 4 de Beethoven. Su primer recital público fue en 1947, y el primero en la radio fue en CBS en 1950. Este fue el comienzo de una larga asociación con las radios y las grabaciones.
Cartel de la URRS anunciando a Gould en 1957 |
Falleció en Toronto en 1982 y lo enterraron en el cementerio de la ciudad.
Gould y Karajan en 1957 |
Su manera de tocar el piano se distinguía con gran claridad y particularidad en pasajes de contrapunto. El intérprete mantuvo un enfoque hedonístico de la música que se convirtió en popular hacia fines del siglo XIX y durante el siglo XX.
Gould era un pianista muy virtuoso y frecuentemente tenía una interpretación pensativa y aislada de la música que tocaba. Su estilo se vio influido posteriormente por otros intérpretes de la música de Bach como András Schiff y Angela Hewitt; aunque esos dos pianistas no tuvieron la habilidad única de Gould de separar las voces en las composiciones polifónicas mientras que era capaz de mantener un pulso rítmico fuerte y emocionante. Siempre tuvo una técnica formidable que le permitió elegir tempos rápidos mientras retenía la claridad de cada nota. Parte de su técnica consistía en tomar una posición baja en el instrumento, algo que le permitía más control del teclado. La teoría de Charles Rosen dice que una posición baja en el piano es inadecuada para tocar bajo la técnica musical tradicional del siglo XIX. Sin embargo, esto no fue una dificultad para él como lo demostró ampliamente en las grabaciones con Bach y en trabajos virtuosos y románticos como el “Vals de Ravel”. De hecho, la postura de Gould trajo un sonido nuevo y especial a la música de Beethoven que quizás sea más conmensurada y fiel a los instrumentos de la época de dicho músico.
Glenn con Alberto Guerrero |
Con respecto a la técnica de piano, indicó que no entendía la obsesión de otros pianistas para reforzar continuamente su relación con el instrumento y practicarlo determinada cantidad de horas por día. Al parecer, era capaz de practicar mentalmente sin acceso al instrumento, e incluso tomó esto tan en serio que preparó una grabación de los trabajos para piano de Brahms sin tocar antes de grabar las sesiones.
Existe una gran cantidad de fotos que nos muestran a Gould tocando al piano, y como puede observarse no es casual. Gould no interpretaba las piezas, las realizaba, las sacaba de sí. Tanto es así que normalmente no precisaba de partituras. Su relación con la música no era la de un intérprete normal, sino la de un compositor que aportaba una visión única en cada una de sus interpretaciones, una verdadera comunión. Y no crean que era una especie autómata hiper-disciplinado: la personalidad del canadiense era compleja y fascinante, ciertamente repleta de pasajes oscuros, obsesiones, miedos, pero también provista de un sentido del humor extremadamente desarrollado.
Grabando las obras de Bach en piano, Gould dijo, “el piano no es un instrumento al que le tenga mucho amor, pero lo he tocado toda mi vida y es el mejor vehículo a través del cual expresé siempre todas mis ideas”. En el caso de Bach, luego admitió: “Yo fijo mi concentración en algunos de los instrumentos que toco –especialmente en el piano que uso para las grabaciones– para lograr un resultado mucho mas óptimo que el estándar”.
"Todo instrumento debe tener un mecanismo de control que sea algo similar a un automóvil pero sin el manejo de la energía: usted debe tener el control y no él; él no lo conduce a usted sino que usted lo conduce. Éste es el secreto para tocar adecuadamente a Bach en el piano".
"Lo que ocurre entre mi mano izquierda y mi mano derecha es un asunto privado que no le importa a nadie".
Gould con las manos en remojo |
Pero sus salidas de tono, su adicción a las pastillas y su patológica fobia a lo extraño sólo son parte del culto a la personalidad de uno de los pianistas más intensos y brillantes de la historia, un hombre escurridizo y errático, que plantó cara a las tradiciones y cuya versión de “Las variaciones Goldberg de Bach (más allá de ser la pieza predilecta de los banquetes de casquería del caníbal Hannibal Lecter) es un hito del siglo XX. Su muerte prematura, a los 50 años, y su repentina retirada de los escenarios, a los 34, contribuyeron notablemente a agrandar su leyenda. Sobre su retirada, él explicó que tenía que ver con su negativa a entrar en el espíritu competitivo que esconde todo virtuosismo exhibicionista.
Un derrame cerebral, provocado por una infección mal atendida, causó su imprevista muerte días después de su cumpleaños. Los médicos no se alertaron: Gould llevaba años con dolores de cabeza, resfriados y males menores para los que se automedicaba de manera compulsiva. Ya entonces la figura de Gould estaba rodeada de leyendas y desconcierto. Su psiquiatra, Peter Ostwald, explicó que su personalidad, aunque no se podía catalogar, tenía muchos elementos del síndrome de Asperger, una variante del autismo en la que confluyen una sensibilidad extraordinaria para los estímulos sensoriales con actitudes obsesivas en la rutina y una fobia acusada a todo acto social.
Lo cierto es que los demonios internos le acechaban desde niño y el rechazo a lo extraño no era una farsa. Gould, que sólo tuvo dos profesores de piano -su madre y el chileno Alberto Guerrero, a quien dejó el día que consideró que ya no tenía nada más que aprender de él- vivió una vida ermitaña y monacal. "El ego de Gould era tan frágil como resistente", escribe Bazzana. Y su influencia en generaciones posteriores definitiva, añade el biógrafo que citando a otro mito, Herbert von Karajan, concluye: "Su estilo abrió el camino del futuro". La nave Voyager 1, que despegó de la Tierra el 5 de septiembre de 1977 en búsqueda de vida extraterrestre, lleva -entre otras muestras representativas de actividad humana- una grabación del preludio y fuga número 1 del clave bien temperado de Johann Sebastian Bach volumen I, interpretada por Glenn Gould.
Su carrera fue una de las mas extrañas en la historia del piano. Uno de los grandes excéntricos de la música, fue sin embargo un instrumentista excelentemente dotado, cuyas ideas cambiaron el enfoque de Bach que tenían los músicos. Su primera grabación, las legendarias “Variaciones Goldberg de Bach”, que apareció en 1955, fue una revelación para muchos. Exhibía una combinación de personalidad, finura, ideas nuevas, ritmo movido, tempos rápidos y seguridad técnica que significó un enfoque nuevo de la interpretación de Bach. Tenía autoridad.
Quizá los musicólogos podrían desmenuzarlo. No importa. Lograba que los oyentes creyeran. Sobre todo estaba la cualidad lineal de la ejecución. Gould tenía una habilidad extraordinaria para separar las líneas contrapuntísticas, pesarlas, contrastarlas entre sí y tocarlas en tándem. A posteriori es posible preguntarse hasta qué punto este Goldberg era realmente "auténtico".
“Variaciones Goldberg de Bach (8-14)”, “Variaciones Goldberg de Bach (15-19)”, “Variaciones Goldberg de Bach (20-24)”, “Variaciones Goldberg de Bach (25)”, “Variaciones Goldberg de Bach (26-30 y Aria di Capo)”
Perdurará como intérprete de Bach, y sus grabaciones constituyen su legado permanente. A veces, como en “Partitas”, obligó a los profesionales, amantes de la música y críticos a reconsiderar la música, descartando todos sus preconceptos. No era sólo que tuviera dedos maravillosos y la capacidad de clarificar los elementos lineales de la música. Otros pianistas -no muchos, debemos admitirlo-, también podían hacerlo. Pero ninguno tenía este tipo particular de sonoridad firmemente centrada; una sonoridad que Piero Rattalino, el especialista italiano en pianistas, compara a los sonidos que evocan los grandes coloristas, Horowitz, Richter y Michelangeli.
Otras actuaciones con obras de Bach:
- “Preludio en Do menor”
- “Suite Inglesa nº 1, Zarabanda”
- “Bourré” (grabación)
- “Arte de la Fuga”
- “Partita nº 6.”
- “English Suites” (Vol II)
- “Bach Chromatic Fantasy”
- “Concierto de Branderburgo” 1/3 Allegro, 2/3 Affetuoso, 3/3 Allegro
- “Sonata para violín y piano No. 4 en Do menor. BWV 1017” Parte 1, Parte 2, Parte 3, Parte 4 (Yehudi Menuhin, violín)
- "Partita No.4" (BWV 828) 1. Overture, 2 Allemande, 3 Courante, 4 Aria, 5 Sarabande, 6 Menuett, 7 Gigue
- "Sonata para viola da gamba y teclado No. 2 en Re mayor, BWV 1028: 1. Vivace, 2. Adagio,
3. Andante, 4. Allegro (Leonard Rose, Cello & Glenn Gould, Piano)
Para Gould, Beethoven fue "el ejemplo histórico supremo del compositor que se regodea con su ego". A Gould le gustaban las primeras obras y algunas de las últimas, en particular la “Grosse Fuge”, que consideraba "no sólo la mayor obra que Beethoven escribió, sino quizá la composición más asombrosa de la literatura musical".
Otras composiciones de Beethoven de su catálogo:
- “Sonata Nº 3 para Violonchelo y piano en La Mayor” Opus 69Mov. 1 Allegro ma non tanto, Mov. 2 Scherzo.Allegro Molto,
Mov. 3 Adagio cantabile - Allegro vivace (Glenn Gould & Leonard Rose)
- “Apasionata Scandal” Parte 1/2, Parte 2/2
- “Patética” Sonata No 8 en Do menor Op 13, Parte 1, Parte 2, Parte 3
También les echó una mirada a compositores que generalmente no se asociaban con recitales de piano: Sweelinck y Gibbon, por no mencionar más de dos, luego daba un gran salto hasta Berg y Webern. Explicó que "tengo una laguna de un siglo delimitada más o menos por 'El arte de la fuga' por un lado y 'Tristán e Isolda' por el otro; todo lo que está en medio es en todo caso motivo de admiración más que de amor".
Dijo de Chopin: "Pienso que no es un buen compositor." Del Romanticismo era muy poco lo que le gustaba: “Para mí toda la primera mitad del siglo XIX, excluyendo a Beethoven hasta cierto punto, es en realidad un fracaso en lo que se refiere a música para solista. Esta generalización incluye a Chopin, Liszt, Schumann... Creo que ninguno de los primeros compositores románticos sabía escribir para el piano".
"Claro que sabían usar el pedal, y cómo lograr efectos dramáticos, salpicando notas por todas partes, pero hay muy poco de verdadera composición. La música de esa época está llena de gestos teatrales vacíos, llena de exhibicionismo, y tiene una calidad mundana y hedonista que me repele. Casi todos los criterios que espero encontrar en la gran música, variedad de armonía y ritmo, invención contrapuntística, están casi siempre ausentes en estas piezas.”
Por otra parte, tenía sus entusiasmos sin límites: Schoenberg, Hindemith y otros, en especial Richard Strauss ó Scribain: Preludio Op. 57 nº 1 “Désir” Scribain y Preludio Op. 57 nº 2 “Caresse dansée”.(Ensayo experimental)
Gould escribió mucho, tanto como para llenar un grueso libro de 461 páginas que editó Tim Page. Las notas de programa para los discos de Gould estaban siempre escritas por él, y colaboró en muchas revistas. Sus escritos ilustran su propia paradoja. Sus observaciones sobre música y sobre la vida en general son una mezcla de profundidad, inteligencia, adolescencia, humor pesado que no divierte y verdaderas tonterías.
Cuando grabó algunas sonatas para piano de Mozart, destacó el bajo cifrado hasta tal punto que igualó a la línea melódica en importancia. Y muchos consideraban que sus tempos eran francamente enloquecidos, o demasiado lentos o demasiado rápidos. Los especialistas en Mozart estaban escandalizados. Pero, por otra parte, consta que Gould dijo que en realidad Mozart no le gustaba mucho.
Sobre todo, las interpretaciones de Gould lograban que la música sonara de manera diferente: en tempo, frase, dinámica y concepción. Elementos que nadie había tenido en cuenta hasta entonces de pronto asumían gran relieve. Pero en las actuaciones no había nada excéntrico ni amanerado. La música pasaba a través de una mente que no daba nada por sentado. Era una mente original que trabajaba sobre un conjunto de premisas y principios diferentes de los de otros pianistas. No se podría describir como una ejecución tradicional de Bach, ni romántica, neoclásica, moderna o musicológica. Cualquier cosa que fuera, trascendía una vida y un espíritu únicos en la historia de la interpretación de Bach.
Leonard Bernstein y Glenn Gould |
Qué bonito artículo. Gracias!!
ResponderEliminarInteresantisimo artículo , me encanta su Musica!!!!
ResponderEliminarmuy completo, bien escrito, una delicia leerlo. Muchas gracias!
ResponderEliminarGracias, es una maravilla...! Bien escrito, bien documentado y con mucho gusto.
ResponderEliminarGould era genial, el mejor!