El 21 de noviembre de 1904 nació en St. Joseph (Missouri) el saxofonista tenor de jazz Coleman Hawkins. Si uno escucha las grabaciones de cualquier saxofonista de los últimos sesenta años, uno podrá percibir la influencia de Coleman Hawkins, el 'padre del saxo tenor'. Como escribía Joachim E, Berendt en su ensayo, "hubo otros saxofonistas tenores anteriores a él, pero el instrumento no estaba todavía considerado en el jazz". Artista lleno de contradicciones, en la primera parte de su carrera redefinió el papel del saxo con solos profundos y atrevidos, sin embargo en años posteriores odiaba escuchar estas grabaciones. Aunque ayudó al surgimiento del bebop nunca se posicionó realmente con el estilo y, a pesar de ser un auténtico músico de jazz, no siguió el autodestructivo camino que llevó a la muerte temprana o a la pobreza extrema a muchos de sus contemporáneos. Cuando murió en 1969 fue llorado en su funeral por todo músico de jazz destacado de aquel tiempo, así como por masas de seguidores que se agolpaban en las calles adyacentes para rendir tributo al gran músico norteamericano, apodado cariñosamente 'Bean'.
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Cuando la atmósfera política y social pareció enturbiarse en el Viejo Continente, Hawkins decidió volver a Estados Unidos donde se le recibió triunfalmente. Las noticias de sus éxitos europeos habían cruzado el Atlántico y Coleman formó su propio grupo de nueve músicos, entre los que se encontraban sidemen como Thelonious Monk, Oscar Pettiford, Miles Davis y Max Roach, y se estableció como grupo residente en el club neoyorquino Kelly's Stable.
Para entonces la era de las big band estaba en su apogeo y Hawkins, espoleado por el éxito de 'Body and soul', pasó con su orquesta a tocar en el Savoy. Sin embargo, Hawkins nunca fue un buen gestor u hombre de negocios organizado, por lo que su banda no alcanzó el éxito y la popularidad de otras como las de Duke Ellington o Count Basie. Tras finalizar su contrato con el Savoy, las actuaciones comenzaron a escasear y Coleman se trasladó a Chicago para dirigir una big band en Dave's Swingland. Durante su estancia en Chicago realizó sesiones en el sello Apollo junto a Dizzy Gillespie y Max Roach que han sido consideradas las primeras grabaciones del bebop.
A pesar de los esfuerzos de los críticos y fans de encasillar a Hawkins en una determinada corriente o escuela, el músico nunca se sintió cómodo en un solo estilo, incluido el bebop. Aunque su medio natural era el jazz, tampoco abandonó la música clásica, la cual ejecutaba -al piano- en su casa, al mismo tiempo que mantenía una formidable colección de vinilos de opera y música clásica. Estaba particularmente fascinado con Bach, a quien citaba a menudo como el ejemplo de un verdadero genio.
En 1947 las actuaciones y la atmósfera próspera y boyante de la calle 52 comenzaron a declinar y Coleman decidió cumplir su vieja promesa de volver a Europa y viajó a Paris, donde fue calurosamente acogido por aquellos que aún recordaban su estancia diez años antes. Los siguientes años los pasó a caballo entre Nueva York y Paris, a menudo tocando con Jazz at the Philarmonic, donde lideraba un grupo de leyendas del jazz. Durante todo este tiempo no dejó de grabar aquí y allá como 'Picasso', una de las primeras grabaciones comerciales de un saxo sin acompañamiento. Su legado discográfico es inmenso.
El pianista Roland Hanna lo definió como 'un músico completo': "Podía tocar al instante lo que oyera, podía improvisar a cualquier tempo, en cualquier tono y era capaz de leer cualquier partitura sin equivocarse".
En los años cincuenta Hawkins estaba considerado pasado de moda, pero a mediados de la década experimentó un renacimiento. Sonny Rollins confesó que Coleman había sido su mayor influencia y Hawk demostró estar en plena forma cuando apareció en 1957 en el Newport Jazz Festival con Roy Eldridge en formato quinteto.
En los años sesenta tuvo la oportunidad de grabar un álbum con Duke Ellington, 'Duke Ellington Meets Coleman Hawkins', colaboró con Sonny Rollins en una sesión algo excéntrica, ('Sonny Meets Hawk!') e incluso grabó un álbum de bossa nova: 'Desafinado'. En 1966 apareció 'Wrapped Tight', su última obra reseñable. Después, ya fuera senilidad o frustración, Coleman perdió el interés por la vida, dejó de comer regularmente y comenzó a beber más de lo necesario. Murió de una neumonía el mes de mayo de 1969 a los 64 años.
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