23 julio 2012

Steve Lacy


El 23 de julio de 1934 nació en Nueva York el saxofonista y compositor de jazz Steve Lacy, reconocido como uno de los más importantes intérpretes del saxo soprano. Lacy, con su personal visión del jazz, supo mantenerse al margen de movimientos, corrientes e influencias y se encuentra en el centro de una discusión que durará muchos años: "Increíblemente pesado" o "absolutamente fascinante" son los polos opuestos que su música genera.

Con 16 años comenzó su carrera tocando el clarinete en bandas de dixieland, en las que tocó junto a grandes del jazz como Henry 'Red' Allen, Pee Wee Russell, George 'Pops' Foster, Zutty Singleton, Buck Clayton, Dicky Wells y Jimmy Rushing. En 1953, comienza a trabajar con Cecil Taylor, con el que permanecerá seis años que cambiarán totalmente su enfoque del jazz. Se cambia al saxo soprano y participa en el primer disco de Taylor, 'Jazz Advance' (1955) y con su cuarteto en el Festival de Newport de 1957.

Su primera grabación como líder, 'Soprano Sax' se realiza en noviembre de 1957 bajo el sello Prestige a la que seguirían 'Reflections' y 'Evidence' (con Don Cherry), discos en los que demuestra su afinidad por la música de Thelonious Monk. Seguidamente comienza a trabajar con Gil Evans participando, entre 1962 y 1964 en las bandas que Evans reúne para respaldar a Miles Davis y Kenny Burrell; bandas en las que tuvo de compañeros, en la cuerda de saxofones, a Eric Dolphy, Phil Woods y Wayne Shorter. También con Monk tuvo una relación profesional duradera y tras formar parte de su banda en 1960, grabó con él el álbum 'Big Band and Quartet in Concert' (1963).

Su primera visita a Europa fue en 1965, año en el que visitó Copenhagen junto a Kenny Drew. Se trasladó a Italia donde formó un cuarteto con el trompetista italiano Enrico Rava y los músicos sudafricanos Johnny Dyani y Louis Moholo, cuya colaboración está documentada en el álbum 'The Forest and the Zoo' (1966). Los siguientes años Lacy centra su actividad en su sexteto, con su esposa Irene Aebi a la voz y al cello. A principios de los setenta se instala en Paris, donde permanecerá hasta la entrada del nuevo milenio.

En ese tiempo publicó magníficos álbumes como 'Trickles' (1976), 'Troubles' (1979), 'The Flame' (1982) y realizó innumerables grabaciones con su Steve Lacy Big Band, desplegando diferentes formaciones, desde un trio hasta un octeto. Desde principios de los años setenta se reunía periódicamente con el pianista Mal Waldron para grabar álbumes como 'Hard Talk' (1974), 'Sempre Amore' (1987), 'Hot House' (1991) y 'Communiqué' (1997).

Lacy estuvo interesado en todo tipo de manifestaciones artísticas y la poesía y las artes visuales fueron una importante fuente de inspiración para él. Colaboró con pintores y bailarines en proyectos multimedia y musicó poemas de sus autores favoritos: Robert Creeley, Samuel Beckett, Tom Raworth, Taslima Nasrin, Herman Melville, Brion Gysin y otros autores de la generación beat.
En 2002 volvió a EEUU, donde comenzó a dar clases en el New England Conservatory of Music en Boston. Murió a los 69 años en junio de 2004.

Amália Rodrigues


El 23 de julio de 1920 nació en Lisboa 'la reina del Fado', Amália Rodrigues, que durante más de cincuenta años fue la embajadora artística de Portugal mediante sus múltiples actuaciones internacionales, incluyendo TV y películas y a través de una de las tradiciones musicales portuguesas más antiguas, el 'fado', que en definición de Alberto Pessoa: "no es alegre ni triste (...) Formó el alma portuguesa cuando no existía y deseaba todo sin tener fuerza para desearlo (...) El fado es la fatiga del alma fuerte, el mirar de desprecio de Portugal al Dios en que creyó y que también le abandonó".

Amália da Pedade Rebordao Rodrigues nació en el barrio de Alfama de la capital portuguesa. No se conoce con exactitud su fecha de nacimiento pero en su pasaporte figuraba el 23 de julio porque su abuelo recordó que había nacido en la época de las cerezas. Ella siempre sostuvo que nació el 1 de julio. Una entre nueve hermanos, su madre la dejó teniendo ella un año al cuidado de su abuela. De niña, tuvo que ayudar a la familia a pagar las facturas vendiendo productos del campo en las calles o trabajando de costurera. Su infancia no fue feliz, lo que la acercó al mundo del fado. "Los portugueses sabemos que la vida es absurda porque nos espera la muerte", comentó en una entrevista al Times londinense, "Toda mi vida me han invadido pensamientos tristes"

Amália y Celeste
Comenzó su carrera profesional de cantante con 19 años, cantando con su hermana Celeste en el night-club lisboeta Retiro da Severa. Sólo un año después actuaba en las mejores salas de Lisboa que colgaban el cartel de 'no hay entradas'. En 1944 se presentó en Brasil y realizó sus primera grabaciones en Rio de Janeiro. Con el fin de potenciar su carrera, su mánager, José de Melo, le aconsejó no grabar más discos y Rodrigues comenzó giras por todo el mundo actuando en España, Francia y el Reino Unido, a los que más tarde se añadirían los Estados Unidos, Japón, Mexico y la Unión Soviética.


Estuvo alejada de los estudios de grabación hasta 1951, cuando comenzó a grabar para el sello Melodia. En 1952 se cambiaría a Valentium de Carvalho y en 1955 su tema 'Coimbra', grabado durante una actuación en el Olympia de Paris la dio a conocer internacionalmente. En España y en el mundo anglosajón se conoció la canción como 'Abril en Portugal'.

La fama de Amália creció hasta límites nunca deseados por ella. Incluso cuando el fado perdió su popularidad en los años sesenta, Rodrigues seguía llenando las salas y apareciendo en películas y TV. En su carrera grabó más de 150 álbumes. Sufrió de miedo escénico durante toda su vida: "Antes de un concierto mi pulso es 48. Cuando piso el escenario me sube a 120"
En 1974, tras la caída de la dictadura, el nuevo gobierno acusó a Rodrigues de colaboracionista del anterior régimen y enemiga del nuevo. Ella negó las acusaciones: "Siempre canté fado sin pensar en política. Jamás recibí apoyo de ningún gobierno".

Las acusaciones hicieron mella en la carrera de la cantante y tuvo que ser ingresada en un hospital por depresión. Más tarde se reivindicó cantando una versión de 'Grandola Vila Morena', una canción patriótica que celebraba la revolución de 1974. Por ello le fue concedida la Gran Cruz de la Orden de Santiago, la mayor distinción del gobierno portugués. Amália siguió en escena hasta bien cumplidos los setenta y tuvo que abandonar sólo cuando tuvo que ser intervenida del corazón. Su última gira internacional fue en 1990 y su última aparición pública fue en la ceremonia inaugural de la Expo 1998 celebrada en Lisboa.

Murió en su domicilio en octubre de 1999 a los 79 años. En Portugal se declararon tres días oficiales de luto, y coincidiendo el funeral con unas elecciones a la presidencia del país, los candidatos tuvieron que suspender sus respectivas campañas. El funeral fue oficiado en la catedral de Lisboa y decenas de miles de personas vieron pasar su ataúd envuelto en una bandera portuguesa por las calles de la capital portuguesa en su camino hacia el cementerio de Prezeres.

Franz Adolf Berwald


El 23 de julio de 1796 nació en Estocolmo el compositor romántico sueco Franz Adolf Berwald. Aunque muy poco conocido, posiblemente haya sido el mejor compositor escandinavo de su época, pero durante su vida se le ignoró completamente, siendo descubierto a principios del siglo XX (la Fundación Berwald se creó en Suecia en el año 1909). Escribió sinfonías, conciertos, música de cámara, óperas y operetas.

Durante mucho tiempo vivió en Berlín y Viena, por lo que se vinculó de forma decidida con el sinfonismo romántico alemán, su arte es sumamente personal, sin tendencias nacionalistas demasiado marcadas. Tampoco hay que considerarlo como el epígono del clasicismo vienés. Pertenecía a una familia de origen alemán que contaba con músicos desde hacía cuatro generaciones; su padre, violinista en la orquesta de la ópera real, le enseñó la práctica del violín desde temprana edad. A pesar de que no sabía nada de composición y armonía, Berwald comenzó a escribir muy pronto. Tras la muerte del padre en 1825, la familia sufrió unas condiciones económicas difíciles. Berwald obtuvo una beca del rey para estudiar en Berlín, donde se dedicó a componer óperas sin posibilidad de poder representarlas. Para subsistir en Berlín, Berwald comenzó una práctica clínica en ortopedia y fisioterapia en 1835, que resultó ser rentable. Algunos instrumentos ortopédicos inventados por Berwald se seguían utilizando décadas después de su muerte.

Estocolmo alrededor de 1850
Compuso y llegó a estrenar la ópera llamada “Estrella de Soria” Aria de Estrella (Lena Nordin: soprano; Helsingborg Symphony Orchestra & dir. Stig Westerberg), que desde entonces conserva el honor de ser su mejor obra lírica. A Estocolmo volvió en 1849, y obtuvo el cargo de profesor en el Conservatorio.
Su producción fue escasa, sin embargo se puede encontrar su genio creador en, por ejemplo, su música de cámara (tríos, cuartetos de cuerdas, dos quintetos con piano, etc.), en sus poemas sinfónicos (todos compuestos antes que los de Liszt, que, dicho sea de paso, estaba sumamente impresionado por las dotes de este músico sueco) y, sobre todo, en sus cuatro sinfonías.

La “Sinfonía Nº 1 en Sol menor "Sérieuse” compuesta en 1842, tiene un sorprendente rigor de estructura y una riqueza de ideas melódicas tal que algunos autores se animan a hablar de Berwald como del “Schubert sueco”. Compuesta entre 1841 y 1842 para la Musikverein de Viena; estrenada el 2 de diciembre de 1843 en Estocolmo, bajo la dirección de Johann Berwald (primo del compositor). Fue la única que estrenó en su vida. La crítica la destrozó: la consideró una obra “pretenciosa”, con “extravagantes modulaciones” que formaban un “lío musical”, o mejor dicho “antimusical”, sin la más mínima idea melódica “inteligible”.
El primer movimiento es un Allegro con energía 1/2, 2/2 (Jena Philharmonic Orchestra & dir. David Montgomery) de un ritmo riguroso y variado, animado por una orquesta amplia y potente.


Un tema cantabile y flexible, especialmente, recorre la cuerda con insistencia. A este tiempo sucede un “Adagio maestoso”, en Fa mayor, de una noble grandeza, una especie de grave meditación que alcanza una expresiva plenitud hacia el centro de la pieza, con un “fortissimo” a base de acordes ascendentes en la orquesta que precede a la repetición del tema.

El Scherzo tiene un carácter fantástico, de esencia romántica muy marcada, y en él la cuerda gira sobre las precisas acentuaciones del viento. Un recuerdo del Adagio precede al final, que se encadena directamente con el “Allegro Molto” (Adagio- Allegro molto), que es sin dudas la página más asombrosa de la obra en dos aspectos: Berwald logra en ella una construcción que anticipa con mucho la evolución de la sinfonía romántica en una síntesis estilística de los anteriores movimientos; y por otra parte, la facilidad y la fuerza de la escritura nos impresiona: sucesión de secuencias melódicas y rítmicas contrastadas, soberana libertad en las modulaciones, potencia concisa de las ideas, que redundan en dinámicas opuestas bajo iluminaciones fugaces y vivamente resaltadas. Una breve y magnífica llamada de los trombones concluye la obra.

La Sinfonía nº 2 en Re Mayor “Capricieuse” II. Andante (Roy Goodman & Swedish Radio Symphony Orchestra), tiene un sorprendente rigor de estructura y una riqueza de ideas melódicas tal que algunos autores se animan a hablar de Berwald como del “Schubert sueco”.

La Sinfonía nº 3 en Do mayor, titulada “Sinfonie Singulière”, pasa por ser su obra cumbre. Fue compuesta en 1845 y estrenada en 1905, 37 años después de la muerte del compositor. Representa para muchos el nacimiento de la producción musical auténticamente escandinava, caracterizada por la robustez y la rusticidad que posteriormente apreciaremos en Grieg, Sibelius o Nielsen y alejada del romanticismo alemán que había inspirado sus dos primeras sinfonías. A diferencia de éstas y de lo habitual en la época, sólo cuenta con tres movimientos. El primero de ellos, “Allegro fuocoso” (Roy Goodman & Swedish Radio Symphony Orchestra), tiene una estructura basada en la tradicional forma sonata, tan querida a mediados del XIX. Sin embargo, la singularidad a la que se hace referencia en el título queda patente desde el principio, en el que aparece un efecto sin precedentes en ninguna partitura: una figura de dos notas se eleva en forma de escala desde los contrabajos y los chelos, pasando por los violines, clarinetes, oboes y flautas, enfrentada a una escala descendente en las cuerdas graves.



Cuando la escala ascendente alcanza su techo, los violines dan paso a una melodía romántica que a su vez es sucedida por una tercera melodía rápida y de nuevo ascendente. En vez de usar amplias melodías, Berwald usa pequeñas células que crean el efecto de que algo se está gestando hasta que por fin llega la explosión orquestal. Para nuestros oídos no es ninguna novedad, pero a mediados del siglo XIX esta ruptura de la ortodoxia beethoveniana era algo absolutamente original.

La “Sinfonía Nº 4 en Mi bemol, Naïve”, Mov 1, Mov. 2 y 3, Mov. 4 (Okko Kamu / Helsingborg Symphony Orchestra) fue estrenada en 1878, 10 años después de la muerte de Berwald, dado que el estreno inicial de 1848 en París tuvo que ser suspendido por los acontecimientos revolucionarios.
Su “Concierto para piano en Re mayor” Parte 1, Parte 2, Parte 3 (Stefan Lindgren, piano; The Royal Stockholm Philharmonic Orchestra & dir: Andrew Manze) acabado en 1855 y destinado a su alumna Hilda Aurora Thegerström (que continuaría sus estudios con Antoine François Marmontel y Franz Liszt), no fue estrenado hasta 1904, cuando Astrid, nieta del compositor, lo tocó en un concierto de estudiantes del Conservatorio de Estocolmo. El último movimiento ha sido comparado a otros trabajos de Robert Schumann o Edvard Grieg. Los tres movimientos se tocan sin pausas entre sí.

Sus cuartetos llaman poderosamente la atención: “Cuarteto no. 1 en Sol menor” 1/5, 2/5, 3/5, 4/5, 5/5 (Lysellkvartetten) compuesto en 1818 en Estocolmo, donde también se presenta una influencia extraordinaria: la de Schubert. También son destacables el “Cuarteto no. 2 en Mi bemol mayor” (1849) y el “Cuarteto no. 3 en La menor” (1849).
Sus composiciones de cámara con piano también son muy interesantes, destacando el “Piano Trío nº 1 en Mi bemol mayor” (1849) 1/3, 2/3, 3/3 (Bernt Lysell, violín; Ola Karlsson, cello & Stefan Lindgren, piano), el “Cuarteto en Mi mayor”, el “Quinteto nº 2” 1/3, 2/3, 3/3 (The Berwald Quartet & Stefan Lindgren, piano)
ó bien la “Fantasy on 2 Swedish folk-melodies” (Bengt-Åke Lundin, piano).

En 1866, Berwald recibió la “Orden de la Estrella Polar”, en reconocimiento a sus logros musicales. Al año siguiente, tras varios años de rechazos, el Conservatorio de Estocolmo le designó finalmente profesor de composición. Por esta época recibió varios encargos importantes, pero no viviría para cumplirlos.
Berwald murió en 1868 de neumonía y fue enterrado en el Cementerio septentrional de Estocolmo. Durante el funeral se interpretó el segundo movimiento Adagio de la "Sinfonía Nº1" en Sol menor (Okko Kamu / Helsingborg Symphony Orchestra.