07 mayo 2012

Teresa Brewer


El 7 de mayo de 1931 nació en Toledo (Ohio) Teresa Brewer, cantante norteamericana de jazz y música popular que en los años cincuenta fue de las más prolíficas (grabó cerca de 600 canciones) y populares vocalistas femeninas en los años previos al rock and roll. Sus discos estaban en todas las juke box del país y con su voz ligeramente nasal, logró entre 1950 y 1960 27 Top40, dos de ellos nº1.

Nacida Theresa Breuer, con sólo dos años ya asistía con su madre a los castings radiofónicos del programa 'Uncle August’s Kiddie Show' de la emisora local WSPD. Con sólo un corto entrenamiento de claqué, a los cinco años aparecía regularmente cantando y bailando en el show nacional de radio 'Major Bowes Amateur Hour', muy popular en aquel tiempo en Estados Unidos, lo que la obligó a viajar por todo el país, acompañada de su tía Mary, a la que que Teresa adoraba y mantuvo a su lado hasta su muerte en 1993. Al cumplir los doce años, Teresa dejó las giras y regresó a Toledo para recibir una educación escolar, aunque siguió cantando en concursos de talentos de su ciudad.

Ya con dieciséis años, ganó en uno de ellos, y fue enviada a Nueva York para participar en el concurso de talentos nacional 'Stairway to the Stars'. Fue por este tiempo cuando decidió cambiarse el nombre a Teresa Brewer. Tras salir triunfadora en varios certámenes comenzó a actuar en night-clubs de Nueva York, donde la descubrió Richie Lisella, que se hizo cargo se su carrera. Firmó un contrato con London Records y en 1949 grabó su primer single, 'Copenhagen' con los Dixieland All Stars. Pero fue la cara B, 'Music! Music! Music!', el tema que, inesperadamente se hizo tremendamente popular, alcanzó el nº1 de las listas, vendiendo más de un millón de copias y convirtiéndose en la canción más emblemática de Brewer.


En 1951 cambió de sello y firmó con Coral Records. En aquel momento Teresa ya estaba casada y tenía una hija. Grabó el tema 'Gonna get along without ya now' (1952), que sería más popular en versión de Patience and Prudence en 1956 y Skeeter Davis en 1964. En 1952, Teresa grabó un dueto con Don Cornell, 'You'll never get away', que fue Top20.

Al año siguiente se publicó su segundo nº1, 'Till I waltz again with you' que, con siete semanas de permanencia en los alto de las listas, fue su mayor éxito. En 1953 le siguió 'Ricochet', que fue nº 2. En 1956 grabó 'A tear fell', un tema que también grabó con éxito Ivory Joe Hunter ese mismo año. Hunter alcanzó el puesto 15 de las listas de R&B y Teresa logró un Top5 en las listas pop. A lo largo de la década Teresa grabó más versiones de temas de R&B, como 'Pledging my love' (1955), 'Tweedle dee', 'You send me' y 'Empty arms' (1957) y canciones country, como 'Jilted' (1954), 'I gotta go get my baby', 'Let me go, lover!' (1955) y 'Teardrops in my heart' (1957). Su última entrada en las listas fue en 1961 con una versión en inglés del hit de Edith Piaf, 'Milord'.

En 1962 pasó a Philips Records donde, en el periodo de cinco años grabó numerosos singles y media docena de álbumes, que no lograron entar en las listas. El sello la hizo regrabar sus antiguos éxitos con las nuevas tecnologías de grabación y publicaron 'Teresa Brewer's Greatest Hits' (1962). Tras dejar Philips en 1967, Teresa continuó grabando para varios sellos sin éxito.

En 1972, su matrimonio con su segundo marido, el productor de jazz Bob Thiele, la llevó a grabar varios álbumes en los sellos de Thiele (Doctor Jazz, Signature, Red Baron) en los que Teresa reemergió como vocalista de jazz, acompañada por estrellas del género como Count Basie, Benny Carter, Duke y Mercer Ellington, Stephane Grappelli, Earl Hines, Clark Terry y Bobby Hackett.

Entre ellos destaca 'Midnight Cafe' (1982) una relajada sesión de canciones clásicas en las que está acompañada por Ruby Braff, Bucky Pizzarelli y Slam Stewart. También son destacables los álbumes que grabó rindiendo tributo a Bessie Smith, Louis Armstrong, Irving Berlin y Fats Waller. Permaneció activa, incluso con shows en Las Vegas, hasta la mitad de los años noventa y murió en octubre de 2007 a los 76 años.

Johannes Brahms


El 7 de mayo de 1833 nació en Hamburgo el pianista y compositor aléman Johannes Brahms, uno de los compositores más importantes del siglo XIX, cuyas obras combinan lo mejor de los estilos clásico y romántico. Después de estudiar violín y violonchelo con su padre, contrabajista del teatro de la ciudad, Brahms se especializó en el piano.

Brahms en 1853
En 1857, Brahms fue nombrado director del teatro de la corte en Delmont, donde permaneció hasta 1859; después, viajó durante varios años por Alemania y Suiza. El compositor marchó a Viena en 1863, donde lo nombraron director de la Singakademie (Academia de Canto), aunque abandonó el puesto un año después. En 1868, Brahms adquirió fama en toda Europa debido al estreno de su 'Requiem alemán', Op. 45: Parte I. “Selig sind, die da Leid tragen”; Parte II. “Denn alles Fleisch, es ist wie Gras” (Wiener Philharmoniker & Herbert von Karajan),  llamado así porque el texto está tomado de la traducción alemana que hizo Lutero de la Biblia, en vez de utilizar el texto en latín, como normalmente se hacía.

Gesellschaft der Musikfreunde
Brahms se estableció en Viena en 1871, donde sería nombrado director de la Gesellschaft der Musikfreunde (Sociedad de los Amigos de la Música), aunque en 1874 renunció a este puesto para, de esta manera, dedicar todo su tiempo a la composición. Hasta 1873 Brahms había escrito sobre todo música para piano, el instrumento que mejor conocía, y para coro y orquesta (continuó escribiendo música para piano hasta su muerte). Ese año compuso las “Variaciones sobre un tema de Haydn” (Concertgebouw Orchestra of Amsterdam & dir. Eduard van Beinum) en versión orquestada. Estas variaciones demostraron su maestría en la composición de música para orquesta y fue el comienzo de sus grandes obras, que se cuentan entre lo mejor de la composición musical de todos los tiempos.

Estilo
Residencia de Brahms en Viena
La música de Brahms parte de unas fuentes clásicas muy claras: el clasicismo vienés de Haydn, Mozart y, sobre todo, Beethoven. Por otra parte, la influencia de los primeros compositores románticos, como Franz Schubert, Robert Schumann o Felix Mendelssohn, es muy acusada. Y a medida que pasa el tiempo, cada vez va siendo más fuerte su admiración por la música de Johann Sebastian Bach. Por esto, Brahms se mantuvo fiel durante toda su vida al estilo del clasicismo romántico, sin aceptar ninguna de las novedades que provenían tanto de la escuela francesa de Hector Berlioz, como de Franz Liszt o de Richard Wagner. Además, si bien en su primera época predominan los aspectos expresivos más acusados del romanticismo, a medida que se acerca a la madurez su música se vuelve más introspectiva y más encerrada en un clasicismo muy contenido.

Brahms en 1870
Por este motivo, fue considerado como un compositor académico y conservador, si bien este juicio da una imagen falsa de su música. Las principales novedades de Brahms se desarrollan en el interior del propio lenguaje musical. En lo que se refiere a la armonía, y a diferencia de lo que sucede en Wagner, la originalidad de Brahms tiende a pasar desapercibida por la apariencia clásico-romántica de sus composiciones. En el caso del ritmo, son muy característicos de la música de Brahms las síncopas, los desplazamientos y la superposición de ritmos binarios y ternarios. Además, en el aspecto formal Brahms incorporó lo que se ha denominado como 'variación progresiva', que consiste en una forma en continuo desarrollo orgánico, que aparece superpuesta a la estructura clásica tradicional, sin entrar en conflicto con ella pero complementándola.


Todos estos aspectos hicieron que la música de Brahms influyera decisivamente en compositores del siglo XX, especialmente en Arnold Schönberg, que hizo una importante reivindicación de los aspectos más progresivos y renovadores de la música de Brahms. Es frecuente que la música Brahms se asocie con emociones como la melancolía o la nostalgia, y también se ha dicho que su música tiene un carácter otoñal. Todo ello se ha explicado tanto por su carácter como por el hecho de que pertenezca a la última etapa del Romanticismo.

Sinfonías
Entre sus obras maestras se encuentra la majestuosa “Sinfonía nº 1” en do menor op. 68 (1876) que tiene cuatro movimientos, indicados como sigue: 1. Un poco sostenuto – Allegro – meno Allegro (do menor) 2. Andante sostenuto (mi mayor) 3. Un poco Allegretto e grazioso (la bemol mayor) 4. Adagio – Più Andante – Allegro non troppo, ma con brio – Più Allegro (do mayor) 1/2, 2/2 (Günter Wand, dir. & NDR Sinfonieorchester, The North German Radio Symphony Orchestra)

La suave y dulce “Sinfonía nº 2” en re mayor op. 73 (1877) (Sir Simon Rattle, dir. & Berliner Philharmoniker). Brahms conserva la forma típica de la sinfonía clásica y sus cuatro movimientos: I. Allegro non troppo en re mayor - II. Adagio non troppo en si mayor - III. Allegretto grazioso (quasi Andantino) en sol mayor - IV. Allegro con Spirito, en re mayor.
La poética “Sinfonía nº 3” en fa mayor op. 90 (1883), tiene cuatro movimientos que duran alrededor de 40 minutos, y son: I. Con brio - II. Andante - III. Poco allegretto - IV. Allegro (Berliner Philharmoniker & Herbert von Karajan)

y la “Sinfonía nº 4” en mi menor op. 98 (1885), con su emocionante y brillante final, también está dividida en cuatro movimientos: I. Allegro Allegro non troppo (mi menor) Parte 1, Parte 2 - II. Andante moderato (mi mayor) Parte 1, Parte 2 - III. Allegro giocoso - Poco meno presto - Tempo I (do mayor) - IV. Allegro energico e passionato - Più Allegro (mi menor) Parte 1, Parte 2 (Orquesta Filarmónica de Viena & Herbert von Karajan). Las cuatro sinfonías de Brahms constituyen una de las culminaciones del género sinfónico del siglo XIX y se han mantenido constantemente en lo más alto del repertorio sinfónico hasta la actualidad.


Música de cámara
Brahms es reconocido unánimemente como uno de los compositores más importantes en lo que se refiere a la música de cámara, género en el que destacó desde su juventud. Sus primeras composiciones de cámara, "Trío" en si mayor  Mov. 1, Mov. 2, Mov.3, Mov.4 (Glenn Dicterow, violín; James Kreger, cello, & Craig Sheppard, piano), el Sexteto nº 1 en si bemol mayor op. 18. Andante ma moderato (Berliner Philharmonic Octet), o el Cuarteto con piano nº 1 op. 25 - 1/22/2 (Isaac Stern, Emanuel Ax, Jaime Laredo, Yo-Yo Ma) y el Cuarteto con piano nº 2 op. 26, (Ralf Gothóni - piano, Ana Chumachenco - violín, Ara Gregorian - viola, Robert Cohen – cello) muestran una gran amplitud y complejidad de ideas que sólo con mucha dificultad consigue hacer entrar en el molde de la música de cámara.

La culminación de esta primera época se encuentra en el Quinteto con piano en fa menor, op. 34 - 1/5, 2/5, 3/5, 4/5, 5/5 (Arthur Rubinstein, Piano & Guarneri Quartet ) verdadera síntesis del clasicismo romántico. Una obra intermedia es el Trío para trompa, violín y piano, op. 40 1/4, 2/4, 3/4, 4/4 (Barenboim, piano; Perlman, violín; Clevenger, trompa). A partir del Cuarteto de cuerda Nº 1, “Romance” y el Cuarteto de cuerda Nº 2, op. 51 Final, Brahms se ejercita en un tipo de composición más orgánica y cerrada, en el que asimismo comienzan a aparecer todos los aspectos musicales que apuntan hacia el futuro.

A partir de este momento, surgen gran número de obras de cámara de enorme importancia, como el Cuarteto con piano Nº 3 en do menor op. 60 (The Eclat Quartet), el Cuarteto de cuerda Nº 3 en si bemol menor op. 67 (Budapest String Quartet), las tres Sonatas para violín y piano op. 78, 100 y Nº 3 op. 108 (Barenboim, piano & Perlman, violín), las dos Sonatas para violonchelo y piano en mi menor, Parte 1, Parte 2, Parte 3 (Jackeline du Prè-Baremboim), el Trío n.º 2 en do mayor op. 87, 2. "Andante con moto" (Beaux Arts Trio), el Trío n.º 3 en do menor, op. 101 (Trío di Trieste) o los dos Quintetos de cuerda op. 88 (Ernst Kovacic, Niels Chr.Øllgaard, Steven Dann, Michel Camille & Richard Lester). En sus últimos años, tras conocer al clarinetista Richard Mühlfeld, Brahms compuso una serie de obras en las que se incluye el clarinete, como el Trío en la menor para clarinete, violín y piano op. 114 (Martin Fröst clarinete, Clemens Hagen chelo, Leif Ove Andsnes piano), las dos Sonatas para clarinete y piano op. 120 y, sobre todo, el Quinteto con clarinete en si menor, op. 115 (David Campbell, clarinet & Bingham String Quartet), una de sus composiciones más importantes.



Música orquestal
A diferencia de lo que sucedió en la música de cámara, Brahms se acercó al género sinfónico con muchas dudas, intimidado por el ejemplo de Beethoven. Por esto, sus primeras obras orquestales se apartan del modelo de las sinfonías de Beethoven, como sucede en la Serenata nº 1 en re mayor op. 11, y sobre todo la Serenata nº 2 en la mayor op. 16: Parte 1 Allegro moderato, Scherzo. Vivace - Trío, Parte 2 Adagio non troppo, Parte 3, Quasi Menuetto - Trio & Rondo. Allegro (Wiener Philharmoniker& dir. Leonard Bernstein), en la que ya encontramos el estilo característico de Brahms. Otro buen ejemplo son las Variaciones sobre un tema de Haydn, op. 56 (Wiener Philharmoniker & dir. Hans Knappertsbusch), compuestas a partir de una obra anterior para dos pianos de la que dijo “con respecto a esta obra siento una especie de debilidad y me aporta más satisfacción y placer que muchas otras”.

Otro aspecto de su música orquestal son sus cuatro conciertos, que también son considerados como obras cumbre del repertorio concertante. El más temprano de ellos es el Concierto para piano nº 1 en Re menor op. 15, 1/2, 2/2 (Glenn Gould) una obra llena de arrebato juvenil y cuya concepción casi trágica surgió tras el intento de suicidio de Schumann. En cambio, el Concierto para violín en re mayor op. 77 (Itzhak Perlman, violín & Chicago Symphony Orchestra, dir. Carlo Maria Giulini) que se ha transformado en obra obligada en el repertorio violinístico y es una obra de madurez, llena de expresividad lírica, como la Sonata Nº 1 (Violín: Itzhak Perlman & piano: Daniel Barenboim) o el Concierto para piano nº 2 en si bemol mayor op. 83: Mov. 1, Parte 1, Parte 2 - Mov. 2 - Mov. 3, Parte 1, Parte 2 + Mov 4 (parte1)  - Mov. 4 (Parte 2)  (Barenboim, Philh. Munich & dir Celibidache).

En sus últimos años, compuso el Doble concierto para violín y violonchelo en la menor op. 102 (Renaud Capucon, violín & Gautier Capucon, cello), en el que alcanza una síntesis entre el concierto clásico-romántico y las formas concertantes del barroco. Brahms compuso además en el mismo año dos oberturas con un carácter completamente opuesto: la Obertura para un Festival Académico, op. 80, muestra la faceta más humorística de su carácter, ya que se trata de una pieza solemne basada en canciones estudiantiles. Por el contrario, la Obertura Trágica, op. 81 (Orquesta Filarmónica Checa & Director: Karel Ancerl) una obra sombría y severa.


Música para piano
Brahms fue un gran virtuoso del piano desde su juventud, y además estuvo acompañado por Clara Schumann, que fue una de las más grandes pianistas de su época. Por ello no es extraño que dedique a este instrumento la parte más sustancial y también más intimista de su obra. Brahms compuso ya en su juventud sus tres Sonatas para piano N° 1 op. 1, N° 2 op. 2 y N° 3 op. 5.
“Sonata Nº 1 opus 1”: - Parte IParte IIParte IIIParte IVParte V (Sviatoslav Richter)

A pesar de tratarse de obras tempranas en las que se advierte la influencia de las sonatas de Beethoven, se trata de una contribución de gran importancia al género pianístico. En los años siguientes, Brahms se ejercitará en la composición para piano a través del género de las variaciones: las Variaciones sobre un tema de Schumann op. 9 (Gilels) serán el primer ejemplo, al que seguirán las Variaciones en re mayor op. 21 (Wilhelm Backhaus), las Variaciones sobre un tema de Haendel op. 24 (Balint Vazsonyi) y las Variaciones sobre un tema de Paganini op. 35, Vol. 1 (Francesco Libetta).

Muy representativas de su primera época e importantes dentro de toda su producción son las Cuatro baladas op. 10. En su madurez, Brahms abandona las formas grandes para concentrarse en grupos de pequeñas piezas, como las Ocho piezas op. 76 o las Dos rapsodias op. 79. En sus últimos años, estas formas breves van adquiriendo un carácter cada vez más íntimo y personal, que encontramos en sus Siete fantasías op. 116, los Tres “Intermezzi” op. 117 y en las Seis piezas op. 118:
• N º 1. “Intermezzo en la menor” Allegro assai no, ma molto appassionato Nº 1 (Wilhelm Kempff)
• N ° 2. “Intermezzo en la mayor” Andante teneramente (Glenn Gould))
• N º 3. “Balada en sol menor”. Allegro energico
• N ° 4. “Intermezzo en fa menor”. Allegretto Un poco agitato (3 y 4 )
• N º 5. “Romance” Andante en Fa mayor
• N º 6. “Intermezzo en mi bemol menor” Andante, Largo e mesto (Evgeny Kissin) o las Cuatro piezas op. 119 Intermezzo nº 1. Adagio (David Rubinstein)

Las danzas húngaras es un grupo de 21 alegres danzas, basadas su mayoría en temas húngaros. Las danzas 11, 14 y 16, son originales. Brahms originalmente las compuso para piano a cuatro manos, y luego arregló diez de ellas para piano solo, y algunas otras (nos. 1, 3 y 10) para orquesta, Danza Húngara Nº 1 (New Philharmonia Orchestra St. Petersburg & Alexander Titov). Otros compositores, notablemente Antonín Dvořák, han orquestado las demás. Quizás la más conocida es la Danza Húngara 5, en fa sostenido menor (sol menor en la versión orquestal) (Orquesta Filarmónica de Berlín dirigida por Herbert Von Karajan). De todas las danzas húngaras se han hecho innumerables versiones clásicas, acústicas, con nuevas tecnologías. En ellas se encuentran algunas de las piezas más populares del compositor, Danza Húngara Nº 15 (Berliner Philharmoniker)


Canciones
Brahms compuso canciones para voz y piano a lo largo de toda su vida, y es uno de los más importantes representantes de la corriente del Lied alemán. Casi todas ellas son canciones sueltas, no agrupadas en ciclos, con excepciones, como el ciclo de “La Bella Magelone, op. 33 (Mirko Guadagnini & Paolo Ceccarinio) las “Canciones gitanas op. 103 (BBC Singers & dir. Stefan Parkman & Susan Tomes, piano). En sus canciones, Brahms utiliza textos muy variados, que abarcan desde poemas de los grandes clásicos alemanes, como Goethe, hasta poetas contemporáneos como su amigo Klaus Groth. Brahms fue un gran maestro en este género, probablemente en el que expresó sus sentimientos íntimos con más facilidad. Las canciones de Brahms se caracterizan por la riqueza de su armonía, una perfecta unidad entre texto y música, y aunque encontramos una inmensa variedad, predominan las que muestran un carácter nostálgico y otoñal que se ha asociado a este músico. Es difícil encontrar ejemplos que destaquen del conjunto, pero se puede mencionar “Del amor eterno” (Von ewiger Liebe op. 43 nº 1) (Elīna Garanča, soprano)

“Canción de cuna” (Wiegenlied op. 49 nº 4) (Anne Sofie von Otter & Bengt Forsberg) “Canción de lluvia” (Regenlied” op. 59 nº 3) (Irene Joaquim, mezzosoprano), “Nostalgia”, (“Heimweh” op. 63 nº 8) (Dietrich Fischer-Dieskau, barítono & Jörg Demus, piano) o “El ruiseñor” ("Nachtigall” op. 97 nº 1) (Anneliese RothenbergerGerald Moore, piano). Son muy representativas del estilo de Brahms las “Dos canciones para contralto, viola y piano op. 91 (Dame Janet Baker, Cecil Aronowitz & André Previn). También compuso una serie importante de Volkslieder o canciones compuestas sobre melodías populares.

Una de sus últimas obras son las “Cuatro Canciones Serias op. 121 (Matthias Helm, Barítono & José-Daniel Martínez, Clave), sobre textos de la Biblia que van desde Salomón hasta San Pablo, en las cuales encontramos también las características de su estilo tardío. Como se ha comentado, el registro ideal para la interpretación de las canciones de Brahms es el intermedio, especialmente en la voz de contralto, recordando además que Brahms sentía predilección por los registros medios en instrumentos como la viola, la trompa o el clarinete. También compuso diversos ciclos de canciones titulados Canciones de amor ("Liebeslieder Waltzer"), para varias voces y piano, y que abarcan varios ciclos, Liebeslieder Waltzer Nº 5 (Christoph Berner & Camillo Radicke, piano). Estas canciones están compuestas en forma de vals y tienen un carácter alegre y popular.

Música sinfónico-coral
Brahms creó diversas y muy importantes obras para coro y orquesta (sinfonías corales). La principal de ellas es el “Réquiem alemán op. 45 (London Philharmonic Orchestra, dir. Klaus Tennstedt & Jessye Norman). Brahms, que era agnóstico, compuso esta obra sobre textos bíblicos, pero escogiéndolos de modo que se reflejaran mucho más los aspectos humanos de la muerte que los propiamente religiosos, por lo que supone una contribución muy especial al género, ya que no se trata de una misa de réquiem propiamente dicha. El tratamiento del coro, los solistas y la orquesta es lírico y expresivo, aunque también existen influencias del oratorio y del contrapunto barrocos.

Además, en su etapa de madurez compuso una importante serie de obras para coro y orquesta basadas en textos de poetas alemanes: “La Canción del Destino op. 54 (Orchestre Revolutionairre et Romantique, The Monteverdi Choir & dir. John Eliot Gardiner), sobre texto de Friedrich Hölderlin, “Nänie" op. 82, sobre Friedrich von Schiller, el “Canto de las Parcas" op. 89 (Berliner Philharmoniker - Claudio Abbado) sobre texto de Goethe, o la “Rapsodia para contralto, coro masculino y orquesta" op. 53, (Kathleen Ferrier, contralto & The London Philharmonic Orchestra/Clemens Kraus) también con texto de Goethe. Otra obra perteneciente a este género es "Rinaldo" op. 50, (Anna Larsson, contralto, Stig Andersen, tenor & Danish National Choir) sobre Torquato Tasso, obra cercana al género operístico, en el cual Brahms no compuso ninguna obra.

Piotr Ilich Tchaikovsky


El 7 de mayo de 1840 nació en Votkinsk (Rusia) el compositor Piotr Ilich Tchaikovsky, autor de algunas de las obras de música clásica más famosas del repertorio actual. Su música, de carácter cosmopolita en lo que respecta a las influencias –entre ellas y en un lugar preponderante la del sinfonismo alemán–, aunque no carente de elementos rusos, es ante todo profundamente expresiva y personal, reveladora de la personalidad del autor, compleja y atormentada.

Tchaikovsky nació en el seno de una familia de clase media. Desde pequeño demostró un talento precoz para la música. Sus padres se dieron cuenta de ello y asistió a clases de piano a la edad de 5 años. Tres años más tarde leía a primera vista mejor que su propio profesor. Sin embargo, más tarde, sus padres viendo que su hijo emprendería la carrera de música, lo desanimaron e intervinieron para que Tchaikovsky estudiara leyes con la intención de que se convirtiera en funcionario, tal era la aspiración medioburguesa de la familia. A los 14 años su madre muere de cólera, hecho que produce un trauma en el joven Tchaikovsky. A pesar de cursar estudios de Derecho por obligación paterna, Tchaikovsky sigue en contacto con el mundo musical de San Petersburgo, su ciudad natal.

Tras graduarse, a los 19 años, empieza a tomar clase de teoría de la música con profesores de la Sociedad Musical Rusa tales como Zaremba o Rubinstein. Al poco tiempo decidió abandonar su carrera como funcionario y dedicarse por entero a la música. A partir de 1867, con 27 años, empieza a componer con regularidad y sus obras se estrenan e incorporan al repertorio con prontitud. Sin embargo, su fama le trajo problemas de celos con otros músicos y compositores. Además, Tchaikovsky empezó a cuestionarse su homosexualidad. En una sociedad -donde la homosexualidad estaba claramente estigmatizada- no era fácil para un compositor de su fama interiorizarla. En esta época Tchaikovsky decide casarse con una alumna suya de composición. El matrimonio es un completo fracaso y el compositor cae en una profunda depresión. Decide salir de Moscú y así comienzan sus años de peregrinaje.

Nadezhda von Meck
Viaja por Europa, Alemania y Francia entre otros países, y también por la Rusia rural, gracias al soporte financiero de una mecenas, Nadezhda von Meck, una rica viuda –a la que paradójicamente nunca llegaría a conocer– Tchaikovsky pudo dedicar, desde finales de esa década, todo su tiempo a la composición. Él le escribió a ella: “Hay algo tan especial sobre nuestra relación que a veces me deja atónito. Te he contado más de una vez, creo que tú eres para mí la misma mano del destino, vigilándome y protegiéndome. El mismo hecho de que no te conozco personalmente, junto con el hecho de sentirme tan cerca de ti, hace que te imagine como una presencia oculta pero benevolente, como una Providencia divina”. Entre ambos se estableció una relación platónica a la vez que económica, pero sólo por cartas.

Uno de los frutos de esta relación fue la Sinfonía Nº 4, que el compositor le dedicó. Sin embargo, en 1890 von Meck de repente dio por terminada la relación. Padecía problemas de salud que dificultaban su escritura; también tuvo problemas financieros debido a la mala gestión de sus propiedades por parte de su hijo Vladimir. La ruptura con Tchaikovsky fue anunciada en una carta entregada por un criado de confianza, en lugar del servicio postal habitual. Contenía la petición de que nunca la olvidara y venía con el adelanto del subsidio de un año. Justificaba esto al estar en bancarrota, lo cual, si no literalmente cierto, era evidentemente una amenaza real por aquel entonces.

En otras fuentes se dice que Nadezhda se creía amada por Tchaikovsky pero que, debido a las murmuraciones sobre la supuesta homosexualidad de él, la disuadieron de continuar con la relación. Tchaikovski se enteró casi un año más tarde de los problemas financieros de su benefactora. Esto no le impidió continuar dando por sentado el subsidio (con frecuentes expresiones efusivas sobre su gratitud eterna), ni se ofreció a devolver el anticipo que recibió con la carta de despedida. A pesar de su creciente popularidad por toda Europa, la asignación de von Meck seguía siendo una tercera parte de los ingresos del compositor. Aunque ya no necesitara su dinero tanto como en el pasado, la pérdida de su amistad, apoyo y ánimo fue devastadora; permaneció confundido y resentido sobre su abrupta desaparición durante los restantes tres años de su vida.

En 1884, cansado de los viajes, retorna a Rusia, donde permanecería hasta su muerte en 1893. En esa época, a pesar de sus problemas emocionales (sobre todo, los derivados de su sexualidad), goza de un reconocimiento de público y crítica muy grande.


Composiciones
Alumno de composición de Anton Rubinstein en San Petersburgo, sus primeras obras, como el poema sinfónico “Fatum” o la Sinfonía núm. 1 «Sueños de invierno», mostraban una personalidad poco definida. En la década de 1870, de partituras como la Sinfonía núm. 2 «Pequeña Rusia» y, sobre todo, del célebre Piano Concerto No. 1 en Si bemol menor Op. 23: I. Allegro non troppo e molto maestoso - Allegro con spirito (Yevgeny Kissin, Berliner Philharmoniker & Herbert von Karajan), la música de Tchaikovsky empezó a adquirir un tono propio y característico, en ocasiones efectista y cada vez más dado a la melancolía.

Fruto de esa dedicación exclusiva fueron algunas de sus obras más hermosas y originales, entre las que sobresalen sus ballets 'El lago de los cisnes' (Israel Philharmonic orchestra, dir. Wolfgang Sawallisch), 'La cenicienta', 'La bella durmiente' y 'Cascanueces', sus óperas “Evgeny Oneguin” y “La dama de picas”, y las tres últimas de sus seis sinfonías. La postrera de ellas, subtitulada "Patética" (Orchestra del Teatro alla Scala of Milan, dir. Yuri Temirkanov), es especialmente reveladora de la compleja personalidad del músico y del drama íntimo que rodeó su existencia, atormentada por una homosexualidad reprimida y un constante y mórbido estado depresivo.


Éstas, junto con dos de sus cuatro conciertos, tres de sus seis sinfonías numeradas y, de sus diez óperas, “La dama de picas” y “Eugenio Oneguin”, son probablemente sus obras más familiares.

Sus tres cuartetos de cuerdas y tríos para piano contienen bellos pasajes, así como sus 106 canciones, las cuales siguen siendo interpretadas en recitales. Tchaikovsky también escribió unas cien obras para piano, a lo largo de su vida: Pieza Nº 5 de las 18 Opus 72 (Mikhail Pletnev). Brown afirma que «aunque algunas de ellas pueden ser exigentes técnicamente, la mayoría son composiciones encantadoras, no pretenciosas, dirigidas a pianistas aficionados». Añade, no obstante, que «hay más atractivo e ingenio en estas piezas de las que cabría esperar»

Tchaikovsky y Los Cinco
Estilo
La música de Tchaikovsky representa la conexión de Rusia con la tradición occidental del Romanticismo. Rusia en la época de Tchaikovsky estaba estableciendo su identidad como país. Un grupo de compositores, el llamado “Grupo de los cinco”, preconizaba la creación de una música auténticamente rusa, es decir, una música sin conexiones con la tradición europea clásica, sin relación con compositores como Beethoven, Brahms o Wagner. Este grupo quería una música que bebiese de las fuente del folklore ruso en lugar de la música tonal-armónica de Occidente. Tchaikovsky no se identifica con esa posición y, de hecho, su relación con ese grupo es ambigua, de rechazo y reconocimiento al tiempo.


Durante sus años de peregrinaje Tchaikovsky ha estado en contacto con la música de Brahms, Beethoven y otros compositores de su época. Ha conocido de primera mano esa música y la incorpora a su estilo. Representa el tronco más occidentalizado de la música rusa romántica. Desde un punto de vista más técnico, se puede afirmar que Tchaikovsky fue un gran experimentador. Algunos autores lo han visto como un compositor que dominó todos los aspectos de la composición e introdujo innovaciones en la forma que se pueden apreciar en muchísimas de sus obras.

Su música es una muestra de un amplio ámbito y amplitud de técnicas, desde una forma «clásica» equilibrada simulando la elegancia rococó del siglo XVIII, hasta un estilo más característico de los nacionalistas rusos, o (según Brown) un idioma musical expreso para canalizar sus propias emociones trastornadas. A pesar de su reputación como «máquina de hacer llorar», la auto-expresión no era un principio central para Tchaikovsky. En una carta a von Meck del 5 de diciembre de 1878, le explicó que hay dos tipos de inspiración para un compositor sinfónico, una subjetiva y otra objetiva, y que la música programática puede y debe existir, al igual que es imposible exigir que la literatura se las arregle sin el elemento épico y se limite únicamente al lirismo.

Igualmente, las grandes obras orquestales que Tchaikovsky compuso pueden dividirse en sendas categorías: las sinfonías en una, y, otras obras, como los poemas sinfónicos, en otra. De acuerdo con el musicólogo Francis Maes, la música programática como “Francesca da Rimini” o la “Sinfonía Manfredo” (Yuri Temirkanov & St Petersburg Philharmonic Orchestra) eran en su mayor parte el credo artístico del compositor como una expresión de su «ego lírico».


Existe un grupo de composiciones que están fuera de la dicotomía de la música programática contra el «ego lírico», donde Tchaikovsky tiende a la estética pre-romántica. Entre las obras de este grupo se encuentran las cuatro suites orquestales, el “Capricho italiano”, el “Concierto para violín” y la “Serenata para cuerdas” (Orquesta Filarmónica de Berlín & Karajan).

Experimentó en ocasiones con métricas inusuales, aunque usualmente, como en sus melodías de danza, empleaba una firma, en esencia un compás regular que «a veces se convertía en el agente más expresivo en algunos movimientos debido a su enérgico uso». Tchaikovsky además practicó con un amplio rango de armonías, desde las prácticas de las armonías y texturas occidentales de sus primeros dos cuartetos de cuerda al empleo de la escala de tonos enteros en el centro del final de su Segunda Sinfonía; ésta última era una práctica que solían usar el Grupo de los Cinco.

Debido a que Tchaikovsky escribió la mayoría de su música para orquesta, sus texturas musicales estaban condicionadas cada vez más con los colores orquestales que empleaba, especialmente tras la “Segunda suite orquestal” (The Cologne New Philharmonic Orchestra & dir. Volker Hartung). Brown mantiene que, mientras que el compositor estaba habituado a las prácticas orquestales de Occidente, él «prefería diferenciar los colores orquestales haciéndolos más brillantes y definidos según la tradición establecida por Glinka». Tendía a emplear más los instrumentos agudos por su «veloz delicadeza», aunque equilibra esta tendencia con «una certera exploración de los sonidos oscuros e incluso lúgubres de los instrumentos de metal».


Obras destacadas
Op. 13- Sinfonía n.º 1 en sol menor , "Ensueños de invierno" 1/2, 2/2 (Orquesta Filarmónica de Hamburgo, dir. Leopold Ludwing).
Op. 20- El lago de los cisnes Ballet (Yulia Makhalina - Igor Zelensky)

Op. 23- Concierto para Piano n.º 1, en si bemol menor. mov. 1Amov. 1B, mov 2, mov 3 (Daniel Barenboim, Münchner Philharmoniker & Sergiu Celibidache)
Op. 24- Eugenio Oneguin, ópera. Final (Dmitri Hvorostovsky and Renee Fleming)
Op. 26- Serenata melancólica en si menor, para violín y orquesta (Itzhak Perlman)
Op. 31- Marcha Eslava (Orquesta Filarmónica de Londres)
Op. 32- Francesca da Rimini, poema sinfónico sobre el episodio V; “En el infierno” (Moskow Radio Symphony Orchestra & dir. Vladimir Fedoseyev)

Op. 33- Variaciones sobre un tema rococó para violonchelo y orquesta (Gautier Capuçon, Valery Gergiev & Orchestra of the Mariinsky Theatre)
Op. 35- Concierto para Violín y orquesta en re mayor. Romance Andante (Joshua Bell)
Op. 36- Sinfonía n.º 4 en fa menor, Romeo y Julieta (Antal Dorati, dir. & Detroit Symphony Orchestra)
Op. 37a: Sonata para piano n.º 3 en sol mayor, "Gran Sonata" (Sviatoslav Richter, Czech Philharmonic Orchestra)
Op. 45 - Capricho Italiano 1/2 ; 2/2 (George Pehlivanian & The Slovenian Philharmonic Orchestra)

Op. 49 - Obertura 1812 (Ljubljana Symphony Orchestra & dir. Anton Nanut)
Op. 55 - Suite Nº. 3 en sol mayor 1. Elegía; 2. Vals; 3. Scherzo; 4. Tema (USSR State Symphony Orchestra. Dir. Evgeny Svetlanov)
Op. 61 - Suite n.º 4 en sol mayor, "mozartiana" (USSR State Symphony Orchestra. Dir. Evgeny Svetlanov)
Op. 64 - Sinfonía n.º 5 en mi menor, "Recuerdos de Rusia" (Leonard Bernstein New York Phiharmonic)


Op. 66a: La bella durmiente, suite de ballet. Acto 1. Vals (London Symphony Orchestra)
Op. 68 - La dama de picas, opera Aria Liza: “¿De dónde vienen estas lágrimas?” (Galina Gorchakova, soprano)

Op. 70 - Sexteto de cuerda en re menor "Recuerdo de Florencia" 1/4, 2/4, 3/4, 4/4  (The Norwegian Chamber Orchestra & Iona Brown).
Op. 71 - El cascanueces (Berlin Philharmonic Orchestra & dir. Daniel Barenboim)
Op. 71a: El cascanueces, suite de ballet (Symphony Orchestra, University of Utah Chorus & Maurice Abravanel)
Op. 72 - 18 piezas para piano. Nº 5. Meditación (Mikhail Pletnev)
Op. 74 - Sinfonía n.º 6 en si menor, Patética (Herbert von Karajan, dir. & Wiener Philharmonic Orchestra)
Op. 75 - Concierto para piano y orquesta Nº 3 en mi bemol mayor (1º mov. de la sinfonía Nº 7) (Eugene Ormandy & Philadelphia Orchestra)
Op. 80 - Sonata para piano Nº 2 en do sostenido menor (Emil Gilels)


Tchaikovsky en el cine
Las obra musical del ruso Tchaikovsky (1840-1893)  es un clásico “fresco” que funciona muy bien en multitud de películas del cine contemporáneo. Entre sus obras más conocidas podemos destacar tres: El Lago de los Cisnes, El Cascanueces y Obertura 1812.

El Lago de los Cisnes
El compositor Clint Mansell ha utilizado su obra adaptándola a la  banda sonora de la película 'Cisne negro' o 'Black Swan' (2010) de Darren Aronofsky. Pero La danse de Petits Cygnes también puede escucharse en el film 'Scoop' del director Woody Allen, quien enfoca la obra de Tchaikovsky como música para ilustrar episodios cómicos de su película. Otra de las piezas más empleadas en el cine es Finale, pieza triste trágica, sublime y de tintes oscuros cercanos a la muerte. Dos de las películas más conocidas que la usan son 'The Mummy' (1932) de Karl Freund y 'Ed Wood' (1994) de Tim Burton.

El Cascanueces
Además del Lago de los Cisnes, hay un pequeño puñado de piezas que, por supuesto, sí han pasado de mano en mano y de película en película. Ahí está el Cascanueces, otro ballet, al que Disney dio fama universal con 'Fantasía' (1940) de Walt Disney, en la que música es un excelente recurso narrativo. La magia Disney combina a la perfección con el encanto de la banda sonora. Ahí, más que nunca, la música era la protagonista. Curioso que, como bien explicaba el maestro Leopold Stokowski en la propia película, el compositor ruso nunca tuvo el Cascanueces por una de sus composiciones más logradas. Sea como fuere, varios de los movimientos de esta Suite se nos hacen familiares con apenas pocos segundos de escucha, en parte gracias a 'Fantasia' pero también han servido de apoyo en otras películas. De hecho, títulos como 'Mistery men' o 'El inspector Gadget' nos demuestran su innegable vocación cómica.

Obertura 1812
Otra de sus obras cumbres es la Overtura 1812. Sorprende, por las posibilidades dramáticas varias que ofrece una pieza de estas características y duración, que no haya sido más empleada. Pero sí podemos recordarla, al menos, en películas tan dispares como 'Abajo el amor' (comedia romántica), 'Volar por los aires' (acción pura) o la más reciente 'V de vendetta', donde la música de Tchaikovsky terminaba por erigirse en una suerte de icono revolucionario.

Volviendo al ballet con La bella durmiente, quizá ligeramente menos popular que las anteriores; por lo tanto, también menos empleada en la Gran Pantalla. La podemos encontrar en 'Inteligencia artificial', donde Spielberg la emplea a modo "atmosférico", y en 'Ronin', frenética cinta de acción de FrankenheimerSpielberg recurrió a Tchaikovsky de nuevo en 'Minority report', esta vez haciendo uso de otra de sus grandes partituras: La Sinfonía "Patética", es decir, la nº 6. La "Patética" nos lleva, finalmente, a la versión de 1996 de 'Anna Karenina', con Sophie Marceau como protagonista y una suerte de "The best of Tchaikovsky" a modo de banda sonora: La citada Sinfonía nº 6, El lago de los cisnes, el Concierto para violín...

Y otras piezas menos conocidas como Eugene Onegin, bien conocida para cualquier melómano -en casi cualquier grado-, quizá se le haya podido escapar a otros menos aficionados. Merece la pena, y así lo entendieron también directores como Robert Zemeckis o Anthony Minghella, que contaron con alguno de sus instantes para 'Náufrago' o 'El talento de Mr Ripley'. 'Kolya', cinta ganadora del Oscar a mejor película de habla no inglesa en 1996, ofrecía entre su espectacular selección musical (Dvorak, Smetana...) el Nocturno op 19 nº 4 y el famoso Concierto nº 1 para Piano y Orquesta fue magníficamente utilizado por los Monty Python en su 'Flying Circus'.

La tercera curiosidad, en este apartado: Tchaikovsky de la mano de 007. Efectivamente, en 'Alta tensión', una de las chicas Bond, como recordarán los fans, era una cellista que, en cierto momento de la trama, deleitaba nuestros oídos con estas Variaciones. Otro ejemplo quizá menos conocido es la Obertura de Romeo y Julieta, una auténtica maravilla que también tuvo su espacio en la saga del agente 007: Fue en 'Moonraker' floja película de aventuras que cuenta sin embargo con una de las mejores bandas sonoras de la serie. Esta obertura, como no podía ser de otra manera, ha sido utilizada en más títulos, tan dispares como 'Rollerball' o 'Waynes' world'.