Ravel (1º por la izq) en el Conservatorio |
Maurice Ravel en 1906 |
Sin necesidad de confirmación oficial alguna, Ravel era ya entonces un músico conocido y apreciado, sobre todo gracias a su capacidad única para tratar el color instrumental, el timbre. Una cualidad ésta que se aprecia de manera especial en su producción destinada a la orquesta. Su música de cámara y la escrita para el piano participa también de estas características.
Nijinsky y Ravel en 1914 |
Ravel en el frente (1915) |
Ravel ya de por sí era un compositor muy meticuloso, y esto, aunado a las varias tensiones vividas, hizo que sus composiciones se retrasaran aún más. Ya para 1932, Ravel comenzaba a manifestar síntomas de una debilitante enfermedad cerebral. Existe cierta controversia sobre el tipo de enfermedad que padecía, se cree que fue Alzheimer o Pick. Conforme la enfermedad empeoró, Ravel fue perdiendo la capacidad de escribir y de expresarse con claridad. También comenzó a padecer de afasia musical, de tal manera que podía escuchar las notas equivocadas de las piezas que otros le tocaban, pero no podía anotar nuevas composiciones. Aunque componía mentalmente y trabajó en un par de proyectos diferentes (digna de atención es una ópera sobre Juana de Arco), le era imposible transcribir música que sólo él podía escuchar. Ravel murió en diciembre de 1937, a los 62 años, después de una fallida operación del cerebro.
• Ravel y su arte. Las influencias
Emmanuel Chabrier |
Por ello, la música de Ravel parece, como la de Debussy, profundamente original, o incluso inmediatamente inclasificable de acuerdo a la estética tradicional. Ni absolutamente modernista ni simplemente impresionista (tal como lo hiciera Debussy, Ravel negaba categóricamente este calificativo que consideraba sólo reservado a la pintura), se inscribe mucho más en la línea del clasicismo francés iniciado en el siglo XVIII por Couperin y Rameau y del cual fue su última prolongación. Por ejemplo, Ravel (al contrario que su contemporáneo Stravinski) no deseó nunca renunciar a la música tonal y sólo utilizó con parsimonia la disonancia, lo que no le impidió por sus investigaciones hallar nuevas soluciones a los problemas planteados por la armonía y la orquestación, y dar a la escritura pianística nuevos caminos.
• De Chabrier al Jazz
De Fauré y Chabrier: “Sérénade grotesque”, “Pavane pour une infante défunte” (Boston Symphony Orchestra, dir. Seiji Ozawa) “Menuet anticue”; de la música afro estadounidense: “L’Enfant et les sortilèges” (Simon Rattle, dir. The London Philharmonic Orchestra), “Sonata para violín” (Gonçal Comellas, violín & Josep Mª Colom, piano), “Concierto en sol”; pasando por la escuela rusa: “A la manera de Borodine” (Alexandre Tharaud), orquestación de “Cuadros de una exposición”; de Satie, Debussy “Jeux d’eau” (Cziffra) y “Cuarteto de cuerdas”; de Couperin y Rameau “La Tumba de Couperin” (Berliner Philharmoniker, dir. Semyon Bychkov); de Chopin y Liszt “Gaspard de la Nuit” y “Concierto para la mano izquierda” (Pierre-Laurent Aimard, piano · Pierre Boulez, conductor · Berliner Philharmoniker); de Schubert “Valses nobles y sentimentales”); de Schönberg “Tres poemas de Mallarmé” y finalmente, de Saint-Saëns y Mozart “Concierto en sol”.
Ravel y Stravinsky |
• El ecléctico
Enamorado de las nuevas sonoridades, Ravel se entusiasmó por la música gitana que le inspiraría su “Tzigane” (Joshua Bell), rapsodia de concierto para violín y orquesta (1924).
Ravel entre pelotaris en Ziburu |
Asimismo, le influyó en gran medida España (Habanera, Pavana para una infanta difunta, Rapsodia española, Bolero, Don Quijote a Dulcinea), todo lo cual participó mucho en su renombre internacional, y consolidó también la imagen de un músico siempre enamorado del ritmo y las músicas populares. El Oriente “Shéhérazade” (Teresa Berganza, Michel Plasson & The Orchestre Du Capitole de Toulouse), “Introducción y Allegro”, “Mi madre la Oca”, Grecia “Daphnis et Chloé”, Canciones populares griegas y la música gitana “Tzigane” (Joshua Bell, violín) lo inspiraron también.
Paul Whiteman y Maurice Ravel |
• El orfebre sonoro
«Simplemente me niego absolutamente a confundir la conciencia del artista, que es una cosa, con su sinceridad, que es otra (…). Esta conciencia exige que desarrollemos en nosotros al buen obrero. Mi objetivo es, entonces, la perfección técnica. Puedo intentar alcanzarla sin cesar, puesto que estoy seguro que nunca podré alcanzarla. Lo importante es siempre acercarse cada vez más. El arte, sin duda, tiene otros efectos, mas el artista, a mi criterio, no debe tener otro objetivo.» (Ravel, Esquisse autobiographique, 1928).
Ravel al piano en 1912 |
Pareciera que componer nunca fue cosa fácil para Ravel. Allí donde Mozart habría podido dejar libre curso a su imaginación, su absoluta negativa a ceder a aquella «aborrecible sinceridad del artista» le dio el gusto de la dificultad autoimpuesta, y más aún de la dificultad resuelta. Seguramente es lo que explica el número no tan grande de obras, en un período creativo de alrededor de cuarenta años. Por las mismas razones, varios proyectos de Ravel quedaron inconclusos, siendo el más significativo “La Cloche engloutie” (La campana enterrada, proyecto de ópera de 1906). Plenamente consciente de su carácter, Ravel pudo confiar a Manuel Rosenthal: «Sí, mi genio, es cierto, yo lo tengo. ¿Pero qué es lo que esto realmente significa? Ah, bien, si todo el mundo supiera trabajar como yo sé trabajar, todo el mundo haría obras tan brillantes como las mías.»
En cualquier caso, desde la increíble obertura de “La hora española” a las onomatopeyas de “El niño y los sortilegios”, del pedal obstinado de si bemol del “Gibet en Gaspard de la nuit” (Sviatoslav Richter) a la rigidez rítmica y temporal del Bolero, esta terquedad en la búsqueda de la perfección y este gusto del riesgo forman parte integral de la leyenda raveliana.
• El orquestador
Ravel fue, según Marcel Marnat «el más grande orquestador francés», y de acuerdo al dictamen de numerosos melómanos, especialistas o no, uno de los mejores orquestadores de la historia de la música occidental. Su obra más famosa, el “Bolero”, ¿no debe su éxito sólo a la variación de los timbres y al inmenso crescendo orquestal?
Maestro curtido en el manejo del timbre - aunque sin ser él mismo adepto de numerosos instrumentos - sabiendo encontrar el equilibrio armonioso más sutil, Ravel supo trascender numerosas obras originales (generalmente escritas para piano) y otorgarles una nueva dimensión, tanto obras suyas “Mi madre la oca” (1912), “Valses nobles y sentimentales”, 1912 (Danmarks Radio SymfoniOrkestret & dir. Thomas Søndergaard), “Alborada del gracioso”, 1918, “La tumba de Couperin”, 1919 (Semyon Bychkov, dir. & The Berliner Philharmoniker)... como de sus eminentes colegas: Mussorgsky (“Khovantchina”, 1913), Schumann (“Carnaval”, 1914), Chabrier (“Menuet pompeux”, 1918), Debussy (“Sarabande et Danse”, 1923 Milan State University Orchestra & dir. Alessandro Crudele) o incluso Chopin “Estudio, Nocturno y Vals”, 1923).
Pero sería la orquestación de los célebres “Cuadros de una exposición” (Yuri Temirkanov & Royal Philharmonic Orchestra) de Modest Petróvich Mussorgsky, la que sentó definitivamente la reputación internacional de Ravel en la materia. Su versión sigue siendo referencial y eclipsa la de otros compositores que lo han intentado. Los Cuadros orquestados por Ravel forman parte, junto al Bolero, de los obras franceses más interpretadas en el extranjero.
Ravel fue un buen pianista sin llegar a ser un virtuoso (algunas de sus propias composiciones, en particular, el Concierto en sol, que él mismo soñaba interpretar, le siguieron siendo inaccesibles). Durante su gira americana en 1928, tocó su Sonatina, acompañó en su Sonata para violín y algunas de sus canciones.
En cambio, como director de orquesta, nunca igualó, incluso con mucho, su calidad como orquestación. Las dos grabaciones que dejó (un Bolero de 1930 y un Concierto en sol de 1932) y los testimonios de su época confirman que Ravel no era un virtuoso en el podio.
• El Bolero
En 1928, tras una gira triunfal de cuatro meses por EE.UU. donde arrancó entusiastas aplausos en más de 25 ciudades visitadas, Ravel, de vuelta en Francia, creó “El Bolero” (en francés Boléro) (London Symphony Orchestra, dir.Valery Gergiev) una obra musical estrenada en la Ópera Garnier de París el 28 de noviembre de ese mismo año. Ballet compuesto y dedicado a la bailarina Ida Rubinstein, su inmediato éxito y rápida difusión universal lo convirtieron no solamente en una de las más famosas obras del compositor, sino también en uno de los exponentes de la música del siglo XX. Inspirado en una danza española, se caracteriza por un ritmo y un tempo invariables, con una melodía obsesiva —un ostinato— en do mayor, repetida una y otra vez sin ninguna modificación salvo los efectos orquestales, en un crescendo que, in extremis, se acaba con una modulación a mi mayor y una coda estruendosa.
“Ostinato”, estos dos compases son repetidos ciento sesenta y nueve veces.
Pese a que Ravel dijo que consideraba la obra como un simple estudio de orquestación, el Boléro esconde una gran originalidad, y en su versión de concierto ha llegado a ser una de las obras musicales más interpretadas en todo el mundo, al punto de que hasta el año 1993 permanecía en el primer lugar de la clasificación mundial de derechos de la Société des Auteurs, Compositeurs et Éditeurs de Musique (SACEM)
Otras obras destacables:
• Piano a dos manos
- Sérénade grotesque (1895) (Alexandre Tharaud)- Menuet antique (1895) (Walter Gieseking)
- Pavane pur une Infante défunte (1899) (Lim dong hyek)
- Jeux d'Eau (1901) (Martha Argerich)
- Miroirs (1905): 1) Noctuelles 2) Oiseaux tristes 3) Une barque sur l'océan 4) Alborada del gracioso 5) La vallée des cloches (Jean Doyen (1907-1982), piano Bösendorfer)
- Sonatine (1905) 1/3 2/3 3/3 (Robert Casadesus)
- Gaspard de la Nuit (1908) I ."Ondine” II.“Le Gibet” III. "Scarbo" (Martha Argerich)
- Minueto sobre el nombre de Haydn (1909) (Werner Haas).
• Orquesta
- Shéhérazade (1898) “Ouverture de féerie”, 1/2 , 2/2 (Concert of the Société Nationale)
- Rapsodie espagnole (1907): “Prélude à la Nuit” (The Cleveland Orchestra / Vladimir Ashkenazy)
• Bailes
- Dafnis y Cloe (1906-11) (The Rome Orchestra Symphony & Chorus of Rai & dir: F. Angius)
- Ma Mére l'Oye (de su propia suite de piano) (1912) ( Berliner Philharmoniker, dir. Sir Simon Rattle)
• Obras líricas
- Myrrha(1901)
- Valses nobles y sentimentales (1911) (Symphony Orchestra, dir. Thomas Søndergaard).
- Prélude (1913) (Grigory Sokolov, piano)
• Piano a cuatro manos
- Ma Mére l'Oye (1908)
- Dos pianos a cuatro manos “Les Sites Auriculaires” (1985) (Paul Jacobs, Gilbert Kalish, Teresa Stern)
• Canto y piano
- Histories Naturelles (1906) (Susan Graham soprano, (Malcolm Martineau piano)
- Sur l'Herbe (1907) (Zehava Gal - Mezzo Soprano, Jonathan Zak – Piano)
- Vocalise en forme d'Habanera (1907)
- Cinq mélodies populaires grecques (1907)
- Mélodies Hebraiques (1910) (Cecilia Bartoli, soprano& Myung-Whun Chung, piano)
- Trois Chansons (1913) (Solistas: Donna Deam, Frances Jellard, Paul Badley, Ben Parry &The Cambridge Singers, dir. John Rutter)
• Canto y orquesta
- Shéhérazade (1907) (Suzanne Danco, soprano & Orchestre de la Suisse romande, dir. Ernest Ansermet)
Maurice Ravel y Lily Laskine en 1935 |
- Cuarteto de cuerda (1902-03) (Hagen Quarter)
- Introdución y Allegro para arpa, cuerda, flauta y clarinete (1906) (Gwendolen Mason, harpa; Robert Murchie, flauta; Haydn P. Draper, clarinete)
- Trío para piano y violonchelo (1914) (Jascha Heifetz, violín; Gregor Piatigorsky, cello; Arthur Rubinstein, piano)
• Óperas
- Alcyone (1902) 1/3, 2/3, 3/3 (Mireille Delunsch, soprano; Béatrice Uria-Monzon, mezzo-soprano, Paul Groves, ténor & Orchestre du Capitole de Toulouse)
- Alyssa (1903)
- L'Heure espagnole (1907) “Oh¡ la pitoyable aventure” (Anna Stephany, Mezzo Soprano)