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El 27 de septiembre de 1972 se puso a la venta en el Reino Unido 'Catch Bull At Four', el sexto álbum del cantautor británico Cat Stevens (hoy Yusuf), que alcanzó el primer puesto en las listas estadounidenses y el nº2 en las británicas. Aunque a Cat todavía le quedarían cinco años de éxitos, este álbum marcaría el inicio de un lento declive creativo.
Cuando su trabajo anterior, 'Teaser and the Firecat' alcanzó el nº2 de Billboard en 1971, el número de giras de Stevens se disparó. Eso provocó que la mayoría de las canciones de 'Catch Bull at Four' estén escritas sobre la marcha, en los viajes que pasó en la carretera o en aviones viajando de ciudad en ciudad, un hecho que se hace patente en temas como '18th avenue (Kansas City nightmare'.
Alun Davies
Alun Davies, el guitarrista acompañante de Stevens, lo recordaba así: "Esa canción está relacionada con algo que pasó una noche en Kansas City. Cat estuvo durante doce horas en la lista de personas desaparecidas". Davies no está seguro si el motivo fue que Cat ingirió algún tipo de droga o si simplemente "tomó unas de copas de más...".
El álbum marcó asimismo una diferencia con los anteriores. predominando en este el piano, cuando en sus primeros álbumes el instrumento principal había sido la guitarra. El sonido se hizo menos folk y los arreglos más sofisticados. Fue grabado en el Manor Studio de Richard Branson en el Chateau d'Herouville (Francia) en las fechas que les quedaban libres entre gira y gira.
'Sitting', el único single que se editó del álbum no pasó del puesto 16, pero en aquel punto de su carrera, Cat Stevens no necesitaba un single en el Top10 para potenciar la ventas de su álbum. A las seis semanas de entrar en las listas, 'Catch Bull at Four' se convirtió en el primer y único álbum nº1 de su carrera. Aún así, el álbum pasó menos tiempo en las listas que su predecesor y su escucha era más difícil que la de los tres discos anteriores, los cuales le habían granjeado numerosos fans que seguían esperando de Stevens sus rítmicas y pegadizas melodías y meditadas letras. Con este trabajo, Cat marcaba un punto y aparte en su música y sus seguidores comenzaban a cansarse de sus anhelos religiosos, los complicados arreglos y su estilo vocal cada vez más melodramático.
El 27 de septiembre de 1972 nació en Big Indian (New York) la cantante folk Lhasa de Sela que, aunque nacida en Estados Unidos y criada en México, pasó la mayor parte de su vida adulta entre Canadá y Francia. Este bagaje multicultural benefició en gran manera a su música.
Hija de un profesor de español mexicano y una actriz y fotógrafa norteamericana de origen libanés, pasó su infancia viajando con sus padres y hermanos en un autobús escolar reconvertido a través de México y Estados Unidos. En San Francisco comenzó a tocar con trece años sus canciones en un café griego. Con 19 se trasladó a Montreal y durante unos cinco años actuó en bares y pequeñas salas de la ciudad. Aquí empezaría a gestarse el material que compondría su primer álbum 'La Llorona' (1997), que, aunque cantado enteramente en español, incorporaba elementos de música mexicana, sudamericana, zíngara europea y rock alternativo.
Algunos quizás consideraron este álbum una curiosidad, un exótico accidente. Escapando a cualquier definición el álbum evoca una América Latina, a la vez real e imaginaria, fruto de la memoria de una infancia itinerante, en el vaivén de los caminos de México y Estados Unidos. La música nos aparece como única y familiar, mezcla de rancheras y melopeas zíngaras, country y canciones populares, junto a textos profundamente íntimos, interpretados en español por una voz cálida y potente. Por muchas razones este álbum solo podría haber salido a la luz en Montreal, en donde fue realizado. Provenientes del sur pero escritas en pleno invierno, las canciones, teñidas por un romanticismo a la Emily Brontë, están llenas de humor, de inteligencia y de ironía, son directas, desconcertantes y apasionadas.
Al escuchar los primeros acordes de 'La Llorona', europeos y norteamericanos suspiraban: “¡Ah, México!” mientras que los mexicanos se preguntaban: “¿Qué música tan curiosa, de donde vendrá?“. El álbum conquistó Canadá y Francia antes de imponerse en muchos otros países, ganando numerosos premios (incluyendo un premio Juno a la mejor artista de 'músicas del mundo' y un Félix en Canadá), logrando vender más de 700 000 copias (lo que es poco frecuente para un disco no comercial en español). Aclamado por sus admiradores, 'La Llorona' se ha convertido en un clásico que no cesa de obtener nuevos adeptos, tan sorprendente y familiar como cuando apareció hace doce años.
“Desdeñosa”
Aunque me vida esté de sombras llena No necesito amar, no necesito Yo comprendo que amar es una pena Una pena de amor y de infinito
Y no necesito amar - tengo vergüenza De volver a querer lo que he querido Toda repetición es una ofensa Y toda supresión es un olvido
Desdeñosa, semejante a los dioses Yo seguiré luchando por mi suerte Sin escuchar las espantadas voces De los envenenados por la muerte
No necesito amar - absurdo fuera Repetiré el sermón de la montaña Por eso he de llevar hasta que muera Todo el odio inmortal que me acompaña
Tras realizar varias giras por Europa y Norteamérica, Lhasa abandonó su carrera como cantante para reunirse con sus hermanos en Francia, donde trabajaron en un proyecto de teatro-circo, 'Pocheros'.
Cuando en el 2003, instalada en Marsella (casi siete años más tarde del primero), aparece 'The Living Road' -el segundo álbum de la artista- se hizo evidente que no cayó en lo fácil, haciendo una parodia de su propio canto, sino que por el contrario se dejó guiar por su inspiración. Su rechazo a ser clasificada, a dejarse etiquetar como 'exótica', se hace evidente en la manera en la que cuenta las historias que componen este sorprendente álbum. Expresándose con la misma naturalidad en español, en francés o en inglés, se muestra directa, verdadera y sin compromisos en todas esas lenguas con las que nos lleva de una dulce y femenina ranchera a un emocionante góspel, o de un intenso blues a una tierna canción de cuna, con el mismo carisma y la misma convicción.
'The Living Road' le da a Lhasa un reconocimiento aún más impresionante. En todas partes conquista el corazón del público que la reconoce y la aprecia como si perteneciera a su país.
Sus interpretaciones vibrantes y apasionantes la llevan por todo el mundo, de México a Estambul. Sus canciones figuran en la banda sonora de muchos films y programas de televisión, tales como “The Sopranos”, “I Am Because We Are”, el documental de Madonna, el film de ciencia ficción “Cold Souls” y “Casa de los Babies” de John Sayles. Lhasa colaboró además con numerosos artistas, entre ellos: The Tindersticks, Patrick Watson y Arthur H y en el 2005 fue proclamada 'Mejor Artista de las Américas' en los World Music Awards de la BBC.
“Abro la ventana” Ahora me levanto De esta cama Ahora Abro la ventana Y entra la luz Con el viento Ahora te siento Y estas tan lejos De aquí.
Si un día te vas Y ya no vuelves más Si un día me voy Y ya no vuelvo yo.
Que largo es el mundo Es infinito Ayer te tuve En mis brazos Y hoy Como un grano de arena En algún suelo ajeno Estas escondido de mí.
Si un día te vas Y ya no vuelves más Si un día me voy Y ya no vuelvo yo.
Que gran silencio Todo en suspenso Que vértigo de no verte Retumbo. Como una campana Abro la ventana Y entras tú.
Lhasa vuelve seis años después de la aparición de 'The Living Road', con un álbum que lleva por título simplemente, 'Lhasa' (2009). Al escucharlo por primera vez, el título muestra todo su sentido. Escrito y realizado por ella misma, grabado en cinta y casi por completo en vivo, este tercer álbum demuestra la madurez de su autora, compositora, intérprete y realizadora. "En La Llorona y The Living
Road (2003) me dejé orientar. Pero en el último disco tenía ganas de ver
hasta donde podía llegar. Casi todas las canciones las escribí sola, lo
he producido y he hecho los arreglos. Por eso lo llamo Lhasa, porque es
mi música de verdad, nace de mis propios instintos", confesaba en mayo
de 2009.
La atención que se prestan entre sí los músicos y la cantante es notoria en los sutiles cambios de intensidad y de tempo, imposibles de recrear en el mundo de metrónomos y ordenadores. Grabado y realizado a la antigua manera, este álbum nos hace vivir una experiencia musical extraordinaria. La música está allí viva, vibrante, desplegándose cual si no se entregara, y aquel que la escucha se deja envolver y conducir sin el menor esfuerzo. Lhasa lleva a cabo algo extraordinario con una asombrosa facilidad.
La elección de instrumentos es simple e inusitada: arpa, guitarras acústicas, guitarra de pedal steel, contrabajo, batería, piano. Las melodías son familiares, irresistibles y al mismo tiempo originales. Los textos, escritos en inglés, son límpidos y llenos de imágenes. Oscilando entre country y góspel, entre blues y folk, las melodías son eternas sin ser nostálgicas, modernas sin ser artificiales. La interpretación sobria y, a la vez plena de relieves de los músicos, deja todo el lugar a la voz clara y generosa de la cantante.
Lhasa fue una artista única. Camaleón que nunca dejó de ser ella misma, tejió con su voz un universo poético guiado por su carisma, su integridad y sus convicciones. Ella no infringía las reglas, simplemente las ignoraba. Lejos del ruido y del furor de la industria musical moderna, lejos de las lentejuelas del mundo del espectáculo, Lhasa encontró tranquilamente su lugar y se afirmó como una de las autoras compositoras más fascinantes de su generación. En enero de 2010, tras una larga enfermedad, Lhasa murió a los 37 años.
El 27 de septiembre de 1924 nació en Nueva York el pianista y compositor de jazz Bud Powell, llamado 'el Charlie Parker del piano', que aún hoy constituye la cumbre técnica no superada del piano bebop.
Nieto de 'Zachary', el mejor guitarrista flamenco de Estados Unidos, su padre era pianista y sus hermanos tocaban el violín, la trompeta y el piano, por lo que Bud creció en un ambiente eminentemente musical. Según la tradición europea clásica, Bud también recibió clases de piano siendo niño. Su progreso fue espectacular y en aquellas fechas, era frecuente verle interpretar junto a su amigo Elmo Hope composiciones de Bach y otros clásicos.
Con 15 años abandonó los estudios con la intención de ser músico y en 1939 consiguió su primer contrato importante con los Sunset Royals de la cantante Valaida Snow. Ese mismo año grabó su primer disco, 'Reverse The Changers' para el sello Duke, como sideman del saxofonista Frank Sokolov. Bajo la protección de Thelonious Monk, -a quien conservaría como buen amigo hasta su muerte- ingresó en la orquesta de Cootie Williams en 1942. Estando de gira con ellos sufrió su primera detención por escándalo publico y en 1944 recibió una brutal paliza de la policía de Philadelphia que lo dejó tocado para siempre. Sus trastornos psíquicos se reprodujeron y fue enviado a un Hospital Psiquiátrico de Long Island.
En 1946, recuperado, se incorporó al pequeño combo del contrabajista John Kirby y la casualidad hizo que esa pequeña formación fuera contratada en el Minton's Playhouse de Harlem, el 'templo' del bebop. Aquí Powell entró en contacto con la plana mayor del movimiento, lo que le permitió participar entre 1946 y 1947 en un buen número de jam sessions con Dexter Gordon, Jay Jay Johnson, Sonny Stitt, Kenny Clarke y Sarah Vaughan, entre otros.
Su debut como líder se produjo el 10 de enero de 1947 para el pequeño sello Three Deuces, y en mayo de ese año, grabó el único registro en estudio para Savoy con Charlie Parker.
Bud Powell en 1958
Un largo paréntesis de dos años, consumidos en su mayor parte internado en el Creedmore Sanatorium, donde llegó incluso a recibir tratamiento de electroshock, dio paso, paradójicamente, a su periodo mas fértil y artístico. Compuso obras maestras como'Tempus fugit', 'Oblivion', 'Glass enclosure', 'Bouncing with Bud' y 'Hallucinations'. Nuevamente ingresado en 1951 durante diecisiete meses en otro hospital psiquiátrico, cuando en febrero de 1953 recibió el alta, formó un trío estable con el contrabajista George Duvidier y el batería Art Taylor.
El 15 de mayo de 1953 junto a Charlie Parker, Dizzy Gillespie, Charles Mingus y Max Roach, participó en un multitudinario concierto celebrado en el Massey Hall de Toronto en Canadá, considerado el canto del cisne del bebop y quizás el mejor concierto de jazz de todos los tiempos. Durante estos años grabó en Blue Note la magnífica serie de cinco volumenes 'The Amazing Bud Powell', resumidos en 'The Best of Bud Powell'. A partir de entonces, Powell, comenzó a entrar en una fase de profundo deterioro mental casi irreversible, aunque en 1956 realizó un gira por Europa junto a Miles Davis, Lester Young y el Modern Jazz Quartet de Milt Jackson. Repitió visita al viejo continente en 1959, pero esta vez se quedó cinco años. Le acompañó Altevia Edwards, más conocida como 'Buttercup' y eligió Paris como lugar de residencia. Gracias a los amistosos y desinteresados cuidados que recibió de Francis Paudras, recuperó parte de su genio y siguió actuando (aunque erráticamente).
Su difícil vida allí fue la inspiración principal de la película 'Alrededor de la medianoche' de 1986, dirigida por Bertrand Tavernier. En 1964, aquejado de tuberculosis y alcoholizado, regresó a Estados Unidos donde hizo apariciones esporádicas hasta su muerte en julio de 1966 a los 41 años.
Powell fue el más importante pianista de bebop y sus innovaciones transformaron la forma de tocar el piano de jazz de su tiempo. Con una técnica prodigiosa era capaz de reproducir los estilos de Art Tatum y Teddy Wilson, cuyos ecos son reconocibles en sus interpretaciones de baladas. En tempos medios y rápidos sin embargo, Bud prefería el estilo que concibió a principios de los cuarenta: Vertiginosas líneas melódicas con la mano derecha, salpicadas de forma irregular con acordes disonantes ejecutados con la izquierda. Este estilo 'antipianístico' -que fue adoptado por la mayoría de pianistas de bop del momento-, le dejaba libertad para buscar la línea melódica, tal como lo hacían los saxofonistas y trompetistas de bop. Su legado es inconmensurable y pocos son los intérpretes que le han
sucedido que no han reconocido en él a uno de los máximos representantes
del piano moderno.
El pianista y médico Fredic A. Harris intentó estudiar la enfermedad de Bud Powell a partir de sus interpretaciones musicales. Como resultado fundamental de su estudio cabe resaltar que los problemas eran más bien de carácter fisiológico que neurológico, lo cual parece avalar la hipótesis de que sus problemas se agravaron a partir de ser brutalmente golpeado en la cabeza. Este es también el motivo de la inutilidad de todos los tratamientos que sufrió a lo largo de su vida. Sus conocidos lo retratan como un ser retraído y callado aunque podía sufrir ataques de inusitada violencia. Alfred Lion relataba la anécdota de cuando para unas sesiones de grabación lo invitó a dormir en su apartamento para asegurarse su presencia por la mañana en el estudio. Durante el desayuno su pequeño gato saltó sobre la mesa. Bud cogió un enorme cuchillo y si no llega a ser por que lo detuvieron, hubiera eliminado al gato. Finalmente y tras quitárselo de la vista, lograron explicarle que era un simple gato. En cuanto a su forma de ser, Johnny Griffin lo apodaba “Buddah” debido a su rostro inexpresivo. Resulta sorprendente que una persona con tales problemas lograse semejante nivel tanto de ejecución como de composición.