13 diciembre 2012

Concha Piquer


El 13 de diciembre de 1906 nació en Valencia la cantante y actriz española Concha Piquer, una de las figuras más relevantes de la copla.

Nacida y criada en el barrio de Sagunto de familia muy humilde (su padre era albañil y su madre modista), cuando contaba 11 años hizo su debut en el teatro Sogueros de Valencia. Estudió canto con el maestro Laguna. Actuó en el Grao, Gandía, en los teatros valencianos Apolo y Kursaal.
Fue descubierta por el maestro Penella, que preparaba el estreno de su ópera 'El gato montés' en el Park Theatre de Nueva York. Se la llevó a EE.UU -con el permiso y la compañía de su madre- con la idea de presentarla en México posteriormente al estreno de su obra. Al oirla cantar el empresario John Cort, éste se empeñó en que Conchita apareciera en el espectáculo del Park Theater. Como la versión de 'El gato montés' que habia preparado el maestro Penella estaba en inglés, hubo que improvisar y Penella le compuso en 24 horas el tema 'El florero', que Conchita interpretó en el entreacto. Fue tal el entusiasmo del público neoyorquino, que tuvo que interpretar 'El florero' seis veces.

Conchita Piquer en USA
Olvidada ya la gira por México, pasó cinco años en Estados Unidos, aprendiendo inglés a marchas forzadas y cantando en Broadway y en muchos teatros. Tuvo la oportunidad de trabajar con dos consagrados artistas de variedades: Al Jolson, el primer protagonista de una película sonora, y Eddie Cantor. Con ambos intervino en el film y espectáculo 'The dancing girl'. Actuó con Jeanette McDonald en Broadway. Como cabecera de cartel, Conchita llegó a cobrar 2.500$ a la semana, cantidad astronómica a mitad de los años  veinte, inimaginable en España para una artista de su especialidad.

Con el maestro Penella
Mantuvo su amistad con el maestro Penella, un apasionado pigmalión. Fue para él una musa joven para la que compondría varias canciones, como 'La maredeueta', 'En tierra extraña', 'Agüita clara', 'Dulcinea del Toboso' y 'Mari Pepa, la revoltosa'. En 1926 regresó a España, debido a la grave enfermedad de una de sus hermanas. Al año siguiente, instalada en Madrid, presentó un espectáculo ' a la americana', interpretando en perfecto inglés, canciones de sus compañeros en los escenarios neoyorquinos, Eddie Cantor y Al Jolson. Habiendo recibido su educación en Norteamérica, Conchita se vio obligada a aprender castellano, ya que cuando marchó sólo hablaba valenciano.


En 1933 contrajo matrimonio con el torero Antonio Márquez, padre de su hija Concha Márquez Piquer. La guerra civil sorprendió a la pareja en Madrid. Marcharon a Francia y luego volvieron a Sevilla, donde siguieron el resto de la contienda.

Allí conoció al poeta y letrista Rafael de León con quien mantuvo una profunda amistad mientras vivieron. Conchita le contaría a Rafael muchas anécdotas de su vida, pensamientos, anhelos, que le servirían al poeta para componerle hermosas letras de canciones, con la música de Antonio Quintero y el maestro Manuel López-Quiroga. Juntos crearon una serie de espectáculos en los que aparecían canciones que se hicieron muy populares, como 'Ojos verdes' y 'La Parrala'.
Otras de sus canciones más populares son 'Tatuaje', 'Cinco farolas', 'No te mires en el río', 'La Lirio', 'Romance de la reina Mercedes', 'A la lima y al limón', 'Antonio Vargas Heredia', 'Cárcel de oro', 'La niña de la estación', 'Yo soy esa', 'Y sin embargo te quiero'.

"Tenía voz y, sobre todo, 'sabía decir'. Su dicción era magnífica. Cada fraseo suyo poseía, cantando, una intención, un sentimiento, apoyado también en el gesto-, la profunda mirada o el movimiento de sus manos. Caminaba airosamente por el escenario. Su repertoprio de Quintero, León y Quiroga era una sucesión de historias de amores y desamores, como si fueran comedias teatrales de tres minutos." (Manuel Quiroga, en 'Memoria de la Copla')

En 1949 rodó a la órdenes de Luis Marquina, 'Filigrana', quizá su película más lograda o la que más éxito de taquilla obtuvo. En ella interpretó 'Ojos verdes', su gran éxito en los años treinta, con la letra algo cambiada, ya que tuvo problemas con la censura. La estrofa "apoyá en el quisio de la mancebía" no la autorizaron, aunque ella la cantaba en sus espectáculos, pagando después religiosamente las multas por cantar 'letras prohibidas'.


En un viaje en 1946 a México, ante su estupor, le negaron la entrada al país por 'franquista'. Miguel de Molina, exiliado tras la guerra civil, había propagado el rumor de que Concha Piquer hacía buenas migas con el régimen del dictador y que ella había tenido mucho que ver en su exilio.

Consiguió finalmente, gracias a amigos influyentes, entrar en México, pero el estigma la persiguió durante años, hasta que, en 1990, Miguel de Molina declaró que Piquer no había tenido nada que ver con su salida del país. Cuando la ya anciana Concha Piquer escuchó su declaración, exclamó: "¡A buenas horas, mangas verdes! Ahora viene con ésas... cuando ya tenemos los dos cita con el sepulturero!". A pesar de estos rumores, Concha mantuvo siempre su carácter insobornable. Cantó para Franco una sóla vez, en una recepción del palacio de La Granja de San Ildefonso con motivo del 18 de julio. Después de actuar, le dijeron que tenía que ir a saludar al jefe de Estado, como el resto de los artistas, vestida tal y como había salido a cantar. Y se negó a ello, tras cambiarse por la ropa de calle, diciendo: "La artista se ha quedado en el escenario y ahora soy una persona normal".

En otra ocasión se negó a acudir de nuevo diciendo que ese día tenía función en el teatro Calderón de Madrid, y que no tenía inconveniente en ceder la recaudación de la fecha para obras benéficas. Su actitud, muchas veces considerada intolerable por las autoridades franquistas, provocó que le retiraran en dos ocasiones el pasaporte. Viajaba siempre con un montón de baúles, los suyos y los de la casa con ropa de cama, de mesa y similares pues tenía la costumbre de alquilar una casa en el lugar donde estuviera de gira. Su marido acarreaba dos baúles llenos de aceite de oliva. A raíz de todo esto se acuñó la expresión 'el baúl de la Piquer'

En el teatro Victoria de Isla Cristina tuvo lugar en 1958 su última actuación interpretando 'Mañana sale'. Decidió retirarse tras perder la voz por unos momentos. Sólo cantó en ocasiones esporádicas, como cuando la ciudad de Valencia le dedicó una calle en 1964 o en 1968, durante la presentación en el teatro de la Zarzuela de Madrid de su hija Conchita Márquez. Desde entonces vivió tranquilamente con sus recuerdos. Falleció de un paro cardíaco en Madrid a los 84 años, el 12 de diciembre de 1990.

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