Su padre era un próspero abogado, muy aficionado a cantar en la tesitura de bajo y a tocar el violonchelo. Su madre había interpretardo el Concierto nº1 para piano y orquesta de Mendelssohn en el Dublín Musical. Desde niño mostró grandes aptitudes para la música, no porque sus padres le encauzaran con insistencia, sino por una predisposición innata. En 1862 se trasladó a Londres, recibiendo clases de Arthur O'Leary y de Ernst Pauer. En 1870 estudió en el Queen´s College de Cambridge en calidad de “organ scholar ship”, trasladándose al Trinity College de Londres en 1973 para ocupar la plaza de organista, puesto que conservó hasta 1892.
A los veinte años fue nombrado director de la Cambridge University Musical Society, en donde adquirió notoriedad y reconocimiento.
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Si tenemos en cuenta que compuso unas doscientas obras, llegamos a la conclusión de que desplegó una ingente labor. De estilo ecléctico, basado en una síntesis personal del romanticismo alemán, de la música popular irlandesa y de la música clásica inglesa, todas sus obras poseen una gran claridad formal y un discurso emotivo que en lo pasional casi nunca alcanza matices exacerbados. Enérgico y optimista, quien fuera una de las figuras más relevantes de la época victoriana vio como su popularidad declinaba en sus últimos años, sobre todo después de la Primera Guerra Mundial, cuando muchos melómanos dirigieron su atención a la música de vanguardia. Conservador y unionista, de temperamento sanguíneo, mantuvo enfrentamientos con otros profesores y alumnos, en los que adoptaba una inmoderada actitud verbal.
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En la actualidad se detecta un loable esfuerzo por difundir su “Requiem” para solistas, coro y orquesta (Adrian Leaper & The Radio Telefis Eireann Symphony Orchestra) escrito a la memoria de Lord Leighton, uno de los últimos bastiones del neoclasicismo pictórico, figura muy destacada de la sociedad victoriana, que falleció en 1896. Amplio y solemne, conmovedor en su emoción contenida, no deja indiferente al oyente.
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Como director de orquesta experimentado, Stanford dio a conocer numerosos conciertos para violín (Mendelssohn, Vieuxtemps, Joachim, Mackenzie, Spohr, Bruch, Saint-Saëns, y Brahms) y en 1899 compuso el “Concierto para Violín en Re mayor” op.74, dedicado a su amigo E. F. Arbos, fue muy aplaudido cuando el virtuoso Fritz Kreisler lo interpretó en el Leeds Festival de 1904. La crítica lo calificó de “vigoroso y original” y el musicólogo Jeremy Dibble ha descrito su segundo movimiento -Canzona- como una de las más bellas creaciones de Stanford. Está también en este disco la “Suite para Violín y Orquesta” op. 32, que en sus partes -Ouverture, Allemande, Ballade, Tamburin y Rondo- aúna con sorprendente eficacia los procedimientos antiguos con la expresión romántica; un artístico maridaje en el que nada estorba, porque todo se ajusta y complementa con naturalidad. Stanford había conocido en Berlín al violoncelista Robert Hausmann y para él compuso en 1880 el “Concierto para Violonchelo” en Re menor (Gemma Rosefield, cello & dir. Andrew Manze & The BBC Scottish Symphony Orchestra). En su concepción tomó como modelo el Concierto para violoncelo en si menor de Dvorák y el resultado es plausible, pese a que por desavenencias en el planteamiento de algunos pasajes, Hausmann nunca lo incluyó en su repertorio.
Cuesta entender que los tres Conciertos para piano y orquesta no merezcan mayor divulgación, siendo ricos en su despliegue imaginativo. Al igual que Brahms, a Stanford le sedujeron las posibilidades del clarinete y, desde 1880, compuso para este instrumento explorando sus matices aterciopelados, cristalinos, desde la alegría desbordante a la melancolía, como el “Concierto para clarinete en La Menor”, op. 80 Parte 3 (Janet Hilton, clarinet & The Ulster Orchestra, dir. Vernon Handley). Varios musicólogos británicos coinciden en que su “Quinteto de Piano en Re menor”, op. 25 es su mejor obra de cámara. Dedicada a su mentor, el violinista Joseph Joachim, es una composición elegante, fluida, luminosa, exultante y sofisticada.
Obras para orquesta:
Sinfonías
• No. 1 en si bemol mayor
• No. 2 en re menor “Elegiac”
• No. 3 en fa menor (Op. 28) “Irish”
• No. 4 en fa mayor (Op. 31)
• No. 5 en re mayor (Op. 56) 'L'Allegro end Il Penseroso'
• No. 6 en mi bemol mayor "In Memoriam G.F. Watts" (Op. 94)
• No. 7 en re menor (Op. 124) (The Ulster Orchestra & dir. Vernon Handley)
Conciertos
• Concierto quinteto para piano en Re menor Opus 25 (1874) (Vanbrugh Quartet &
piano, Piers Lane)
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• Concierto para piano No. 1 en sol menor (Op. 59) Parte 1.1 Allegro comodo, Parte 1.2 Allegro, Parte 2 (Piers Lane & The BBC Scottish Symphony Orchestra)
• Concierto para piano No. 2 en do menor (Op. 126) (Margaret Fingerhut, piano & The Ulster Orchestra & dir. Vernon Handley)
• Concierto para violín en re mayor (Op. 74)
• Concierto para piano No.3 en mi bemol, (Op. 171): III. Allegro (1911)
• Concierto para clarinete en la menor (Op. 80) Parte 1, Parte 2, Parte 3 (Janet Hilton, clarinet & The Ulster Orchestra, dir. Vernon Handley)
• Concierto para órgano y orquesta (Op. 181) (Leonardo Carrieri, órgano)
Rapsodias
• Irish Rhapsody para orquesta No. 1 en re menor (Op. 78) (The Ulster Orchestra & dir. Vernon Handley)
• Irish Rhapsody para orquesta No. 2 en fa menor (Op. 84) (The Ulster Orchestra & dir. Vernon Handley)
• Irish Rhapsody para orquesta No. 3 (Op. 137) (Raphael Wallfisch, Cello & The Ulster Orchestra & dir. Vernon Handley)
• Irish Rhapsody para orquesta No. 4 en la menor (Op. 141) (The Ulster Orchestra & dir. Vernon Handley)
• Irish Rhapsody para orquesta No. 5 en sol menor (Op. 147) (Lydia Mordkovitc, violín & The Ulster Orchestra & dir. Vernon Handley)
• Irish Rhapsody No. 6 para violín y orquesta (Op. 191) (Lydia Mordkovitc, violín & The Ulster Orchestra & dir. Vernon Handley)
• Sonata para violonchelo y piano Nº 1 y 2: Movimiento 1 Mov 2. Parte 1, Parte 2, Mov 3. (Julian Lloyd Webber, cello & John McCabe, piano)
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