10 octubre 2012

Giuseppe Verdi


El 10 de Octubre de 1813 nació en Le Roncole (Italia), Giuseppe Verdi, el más notable compositor de ópera italiana y puente entre el “bel canto” de Rossini, Donizetti y Bellini y la corriente del verismo y Puccini.

Casa natal de Verdi en Le Roncole
Giuseppe Verdi vino al mundo en el pequeño pueblo Le Roncole, vecino a la ciudad de Busseto, en las tierras bajas de Lombardía. En 1814, los austríacos expulsan a los franceses y ocupan todo el norte de Italia, y lo incorporan durante varios decenios a la monarquía Habsburgo. Gracias al patrocinio de su generoso mecenas, Antonio Barezzi, comerciante mayorista y promotor de músicos jóvenes, Verdi ingresa en el liceo de Busseto en 1823. Los domingos, Verdi toca el órgano en la pequeña iglesia de Le Roncole e inicia sus estudios de música con Ferdinando Provesi en Busseto.

En 1828 se representa 'El Barbero de Sevilla' de Rossini en Busseto, para lo cual se encomienda a Verdi componer y presentar una obertura de su propia creación. Junto con ella crea una serie de obras. En 1832, la Duquesa María Luisa de Parma, ex-emperatriz de Francia, le asigna una beca para proseguir sus estudios musicales en Milán. Pero el conservatorio de esa ciudad le rechaza por motivos nunca aclarados del todo. No obstante, permanece en Milán, encuentra en Vincenzo Lavigna, director de la Scala, a un excelente maestro y, con su ayuda, asiste a menudo a las funciones de este importante coliseo. Por esa época había compuesto su primera ópera, “Oberto”, la que estrenó en 1839 en La Scala, logrando un evento considerable.

Este éxito motivó al empresario Bartolomeo Merelli, a encargarle tres nuevas obras. Mientras componía la primera de ellas, titulada “Un Giorno di Regno”, Verdi sufrió la muerte de su esposa, tragedia que se sumó a las anteriores muertes de sus dos hijos, entre 1838 y 1840.
Estos hechos afectaron notoriamente la creación del trabajo que, por tratarse de una ópera bufa, no pudo tener el carácter adecuado y su estreno fue todo un fracaso. Aunque el músico no deseaba continuar componiendo, el empresario le impulsó a retomar su labor y le mostró un libreto de Temistocle Solera.
Atraído por el texto, Verdi concibió su primer gran éxito, “Nabucco”, una ópera en cuatro actos, basada en el Antiguo Testamento y la obra Nabuchodonosor de Francis Cornue y Anicète Bourgeois , (The Metropolitan Opera) cuyo estreno en La Scala de Milán, en 1842, tuvo un éxito sin precedentes. Este triunfo se repitió en La Scala en 1843 con su siguiente ópera, “Los Lombardos”.



Tal éxito se debió, en primera instancia, al profundo sentido de identidad nacional que ambas óperas promovían. Verdi se convirtió en un símbolo de la resistencia italiana al dominio austriaco y, siendo un ferviente patriota, supo formular un estilo con el que su pueblo se identificó plena e inmediatamente.

A diferencia de “Nabucco” y “Los Lombardos”, que todavía reflejan la influencia de Rossini, la siguiente creación de Verdi, llamada “Ernani”, dió el primer paso hacia la obtención de una identidad creativa y un intento por renovar las estructuras operísticas convencionales. “Ernani” fue compuesta para Venecia en 1844 utilizando un libreto de Francesco Maria Piave basado en la obra homónima de Victor Hugo: "Surta è la notte...Ernani! Ernani, involami" (Soprano, Dame Joan Sutherland).

Su estreno fue otro gran triunfo para Verdi y rápidamente alcanzó todos los teatros italianos;  casi al mismo tiempo obtuvo un éxito considerable en el resto de Europa, con la excepción de Francia, donde Víctor Hugo se opuso a su representación. Sólo en 1846, con un título diferente y habiéndose dado otra nacionalidad a sus personajes, la ópera pudo presentarse en la capital francesa. El éxito de “Ernani” atrajo numerosos encargos de diferentes teatros de Venecia, Nápoles, Roma y Florencia. En los siguientes tres años compuso cuatro obras (Los dos “Foscari”, “Juana de Arco”, “Alzira” y “Atila”) que tuvieron una aceptación relativa y no tan significativa como la de la ópera que se estrenó en 1847 en el teatro florentino La Pergola, “Macbeth” Acto IV, Escena 1 "Patria oppressa!" (Bruno Campanella & The Symphony Orchestra and Chorus of the Gran Teatre del Liceu)

Escena de Macbeth
Esta creación marca dos hitos significativos en la evolución de Verdi: por un lado, se trata de su primera realización basada en una obra de Shakespeare y, por otro lado, permite apreciar la dirección que toma su trabajo; ya cansado de batallas, soldados y tropas furiosas, el compositor comenzaría a preocuparse del "estudio del alma", centrando su interés en una psicología más profunda de sus personajes e intentando subordinar tanto el canto como la orquestación a las situaciones y a las tensiones de la trama.
No obstante, de las cuatro obras que siguieron a Macbeth, sólo “Luisa Miller” (Orchestra Gran Teatro "La Fenice" - Venezia / R.Abbado, Clarinete: Alessandro Fantini), logra continuar el estilo iniciado por esa obra.


A pesar de mantener la forma operística tradicional, su partitura logra superar las convenciones y ocupa una posición central en la creación verdiana, marcando el final de su primera etapa artística.

Después de “Luisa Miller”, Verdi sufrió el peor fracaso de su carrera con la ópera “Stiffelio”, un error que fue corregido, por así decirlo, con uno de sus mayores éxitos, “Rigoletto” - "La donna e mobile" (Alfredo Kraus, tenor), estrenada en 1851. Para su libreto, Francesco Maria Piave se basó en la obra teatral “El Rey se divierte”, de Victor Hugo, que había tenido en Francia algunos choques con la censura, opuesta a presentar en escena a un rey en situación libertina. Por motivos similares, la ópera de Verdi llamó la atención del gobierno militar de Venecia, que no quería dar su beneplácito a tal equívoco. Se hicieron negociaciones y se convino en que los personajes históricos dejaran sus puestos a otros imaginarios.

Con “Rigoletto” (Patricia Petibon & The Bayerisches Staatsorchester), sin ser del todo una ópera revolucionaria, Verdi puso en tela de juicio la noción académica y convencional del género, mostrando audacia antes que vanguardia. Su estreno en La Fenice se transformó en un triunfo sin precedentes que concedió al músico un renombre internacional y lo impuso de manera definitiva en el mundo artístico como un renovador de la ópera.
Siguieron dos obras igualmente trascendentales: La primera, “El Trovador”: “D'amor sull' ali rosee + Miserere d'un'alma già vicina” (Brigitte Hahn, soprano & The Nationaltheater-Orchester Mannheim).

La segunda, “La Traviata” (título original en italiano; en español, se ha traducido como “La descarriada” o “La extraviada”) es una ópera en tres actos con libreto en italiano de Francesco Maria Piave, basado en la novela de Alexandre Dumas (hijo) “La dama de las camelias” (1852), aunque no directamente sino a través de una adaptación teatral. Originariamente lo titularon “Violetta”, por el personaje principal. (María Callas, soprano, Orchestra sinfonica di Torino della RAI, dir. Dir. Gabriele Santini, 1953) las que a pesar de estar aún basadas en las formas del antiguo drama italiano, su lenguaje y diversidad expresiva otorgan al canto un nuevo significado, dejando a los sentimientos el lugar que, hasta entonces, era ocupado por los efectos vocales artificiosos vacíos.


Con "La Traviata"- Obertura (Orchestra & Chorus of The Royal Opera House, Covent Garden, dir. George Solti), compuso uno de los trabajos más ricos y perfectos, en todo el teatro romántico, respecto a la penetración psicológica de los personajes y a la naturalidad con la que se suceden sus escenas.

Giuseppina Strepponi
Por ello, muchos críticos deploraron a Verdi al verlo tan decidido a deshacer las tradiciones, pero fue el público quien premió su labor acogiendo con enorme entusiasmo estas tres óperas, sin duda, las más populares del compositor.
Durante los años en que nacieron “Rigoletto”, “El Trovador” y “La Traviata”, el músico estaba viviendo con una soprano llamada Giuseppina Strepponi, quien era reconocida como una de las cantantes italianas más importantes y había participado en algunas de sus óperas.
Ambos tenían una relación amorosa bastante liberal que originó muchas polémicas, e incluso escándalos, sobre todo después de que en 1848 comenzaran a convivir; Verdi replicó con dureza a las críticas y, a la vez, sintió como un deber demostrar públicamente sus sentimientos a Giuseppina, encontrando en la ópera el medio perfecto para ello. Después de componer “Rigoletto”, “El Trovador” y “La Traviata”, Giuseppe Verdi comenzó a variar su estilo; sus obras cobraron mayor amplitud y sonoridad, transformándose en partituras más extensas y ambiciosas.

Verdi con Giuseppina y unos amigos
El primer paso hacia estas nuevas proporciones fue dado por “Las vísperas sicilianas” "Merce, dilette amiche" Acto 5 (Monserrat Caballé, soprano), estrenada en París en 1855 con gran éxito; aunque en Italia tropezó, al principio, con objeciones de la censura, esta ópera logró un evento similar, después que casi toda la península recobró su independencia política. Distinto fue el caso de “Simón Boccanegra” (Dmitri Hvorostovsky, Amelia Renee Fleming),ópera estrenada en La Fenice en 1857 y que, tal como le había sucedido a La Traviata cuatro años antes,tuvo un memorable fracaso.

Arrigo Boito y Verdi
Esta vez, sin embargo,se debió a su libreto, confuso y desordenado, el que provocó su fiasco. No obstante, algunos reconocieron ciertos elementos novedosos en la obra y Verdi, consciente de sus defectos y cualidades, decidió arreglarla dos décadas más tarde, utilizando un nuevo libreto redactado por Boito. Pocos meses después del estreno de "Simón Boccanegra", Giuseppe Verdi se dedicó a producir una versión revisada de Stiffelio, titulada “Aroldo”, y a negociar con el teatro San Carlo de Nápoles la representación de una nueva ópera. El libreto elegido se basaba en uno de Scribe sobre el asesinato del rey Gustavo III de Suecia en 1792, pero la censura napolitana no autorizó el proyecto, debido a que trataba un asunto histórico. Sabiendo que la censura romana era mucho más flexible y conciliadora, Verdi aceptó el ofrecimiento de un empresario de Roma para montar la ópera en el Apolo, aunque tuvo que trasladar la escena de la obra de Estocolmo a Boston y transformar al monarca en conde.


A pesar de todas estas dificultades, “Un Baile de Máscaras”: “Forse la soglia attinse... Ma se m'è forza perderti” (Acto III) (Franco Corelli) logró un acontecimiento memorable y desde su estreno, en febrero de 1859, se convirtió en una de las creaciones más finas de Verdi.

En ella el compositor desarrolla una renovada concepción del drama musical: primero, al asociar un elemento cómico que acusa la verdad humana de la acción; segundo, al otorgar mayor unidad temática, y tercero, al confiar a los instrumentos roles expresivos que los mezclan de manera individual a la trama, dando más colorido y variedad a la partitura.
Durante los años que siguieron al estreno de “La Fuerza del Destino” en San Petersburgo, Giuseppe Verdi efectuó varios viajes por Europa. Con ocasión de una corta visita a París el músico recibió un encargo: componer una ópera para la Exposición Universal de 1867. Se tituló “Don Carlos”: “Tu che la vanitá” (María Callas, soprano) y fue estrenada con moderado éxito en la Opera de París, debido a que no era una obra fácil, aún cuando posee todos los temas predilectos de Verdi: la patria, el amor, la libertad y la amistad.

Las diferentes corrientes que la recorren, una longitud desacostumbrada y un desarrollo simultáneo de los elementos que conforman la acción, la transforman en una ópera bastante confusa y compleja. Sin embargo, “Don Carlos” es una creación importante y abre un nuevo camino en la evolución estilística del compositor. Inmediatamente después del estreno de Don Carlos, el director de la Academia Imperial de Música propuso a Verdi la composición de una nueva obra para la reapertura de la Opera de París.
El maestro declinó la oferta y retornó a su país; en los siguientes años su creación disminuyó en cantidad pero se enriqueció con partituras logradísimas. Esta última etapa, influida directamente por “Don Carlos”, representa tanto la síntesis del estilo “verdiano”, como la suma y el resultado de tres siglos de arte lírico italiano.

El primer trabajo de este periodo fue comisionado por el gobierno egipcio para las festividades organizadas con motivo de la inauguración del Canal de Suez; habían pasado cuatro años desde la creación de Don Carlos, el mundo musical cambiaba rápidamente y, sin embargo, Verdi sorprendía, nuevamente, con una grandiosa composición, “Aída”. La ópera no pudo ser presentada en la ocasión prevista y tuvo que esperar hasta diciembre de 1871 para su estreno; tanto esta representación, como aquella que le siguieron, lograron un enorme éxito, demostrando que el maestro había alcanzado la plenitud de su arte.
Los sentimientos patriotas de Verdi encontraron una nueva expresión en el “Réquiem”: “Dies Irae” (Wiener Philharmonic, dir. Georg Solti, Joan Sutherland Soprano, Luciano Pavarotti, Tenor), que compuso en 1874 para Alejandro Manzoni, un poeta que había jugado un rol importante en el periodo del "Risorgimento".


Para comenzar la composición, Verdi empleó un “Libera Me” (Orchestra and Chorus of la Scala Milan, dir, Herbert von Karajan) que había escrito para una obra colectiva realizada tras la muerte de Rossini en 1868. El resto de la partitura fue tomando un carácter grandioso y lírico que, al momento de ser estrenada, fue criticada como excesivamente teatral.

Arrigo Boito
El arte y la personalidad de Verdi marcaron profundamente este Réquiem que, sin evocar problemas precisos de orden religioso, o incluso metafísico, revelan la espiritualidad del compositor al adquirir la verdadera conciencia de su condición humana. Después de componer este Réquiem pasaron 14 años antes de la aparición de la siguiente obra importante de Verdi. Aunque continuaba siendo una figura central en la música italiana y participaba activamente en la política de un país que, por fin, podía gozar de la anhelada unificación, se pensó que Verdi había dejado de crear. Sin embargo, Arrigo Boito, libretista y compositor, lo entusiasmó con un nuevo y ambicioso proyecto, basado en el Otello de Shakespeare.

Tres años demoró Verdi en la realización de esta ópera. A los 74 años, el afamado maestro reveló al mundo la más grande de todas sus óperas trágicas, una sublime creación que fusiona perfectamente la palabra, la acción y la música. Verdi contó con el mejor libreto que nunca antes se le ofreciera, y volcó en el una combinación de drama, éxtasis y compasión sin precedentes ni siquiera en su propia obra. Con todas sus innovaciones, “Otello”: “Ave María” es una continuación lógica de la evolución del estilo verdiano desde Nabucco hasta Aída.

Fue su última ópera, “Falstaff” Final (The Metropolitan Opera), la que sí constituyó un verdadero quiebre y una absoluta novedad. Esta comedia era la más ligera, fina y alegre que la música italiana había presenciado durante todo el siglo, mostrando una combinación muy diferente de música y poesía, donde todo es sutil, dinámico y desbordante de humor. Así lo entendió aquel público que la acogió, con una tormenta de aplausos, al momento de su estreno en La Scala, en febrero de 1883. Aunque todavía le quedaban algunos años de vida, Verdi se despidió con esta gran obra de la creación lírica.

En 1899, Verdi funda en Milán la “Casa di riposo”, un hogar para ancianos y casa de reposo para músicos. El 27 de enero de 1901 fallece Verdi a los ochenta y ocho años en Milán. Su hija adoptiva Maria Carrara cumple lo que al parecer fue su última voluntad: quemar sus cartas privadas y recuerdos. Sus restos son sepultados provisionalmente. El 26 de febrero, su ataúd y el de Giuseppina son trasladados con los máximos honores y con enorme participación popular, a la Casa di riposo de Milán, donde recibieron sepultura definitiva.


    Obras Destacadas:

• Obras Operísticas

- “Un Giorno di Regno” Obertura (Russell Harris & The Philharmonie Südwestfalen).
“Duetto Abigaille e Nabucodonosor”-"Donna chi sei", “Va Pensiero” (Orchestra y coro del teatro de la ópera de Roma & Riccardo Muti)
- “I Lombardi alla Prima Crociata” (1843) (Orquesta y Coro del Teatro La Fenice & Daniel Harding), “Te, Vergin santa" (María Callas & Orchestra de la Société des Concerts du Conservatoire & Dir. Nicola Rescigno)
- “Ernani” (1844) (Salvatore Licitra, Daniela Dessi, Thomas Hampson, Carlo Colombara y Nello Santi)
- “I Due Foscari” (1844) (Adriana Marfisi, Lucrezia - Miro Solman, Jacopo)
- “Giovanna d'Arco” Obertura (1845) (Royal Philharmonic Orchestra, & Andrea Licata), Acto III: “I Franchi!...Oh qual mi scuote rumor di guerra?” (Ambrosian Opera Chorus, Montserrat Caballé, James Levine, London Symphony Orchestra, John McCarthy & Sherrill Milnes)
- “Alzira” (1845) "Aria de Alzira" (Monserrat Caballé, soprano & Maja Sunara, mezzosoprano)

- “Attila” (1846) (Orchestra del Teatro alla Scala di Milano & Riccardo Muti)
- “Macbeth” (1847) (Claudio Abbado, Orchestra e Coro del Teatro alla Scala di Milano & Shirley Verrett)
- “I Masnadieri” (1847) (Richard Bonynge, dir.Welsh National Opera & Samuel Ramey)
- “Jérusalem” (1847) (José Carreras, Elaine Coelho, Samuel Ramey, Davide Damiani, Franz Hawlata & dir. Zubin Mehta)
- “Il Corsaro” (1848) Aria “Non so le tetre immagini” (Jessye Norman, soprano, Lamberto Gardelli, dir. & New Philharmonia Orchestra)
- “Luisa Miller” (1849) Dueto (Renata Scotto, S. Mildes)
- “Stiffelio” (1850) (Josep Carreras; Catherin Malfitano; Gregory Yusirich)
- “Rigoletto” (1850) (Riccardo Muti & Teatro de la Scala)
- “Il Trovatore” (1853) (The New Philharmonia Orchestra, Zubin Mehta)
"Ah, non più!" - "Ah! Gran Dio! Morir sì giovine""Prendi, quest'è l'immagine" (Anna Netrebko, Carlo Rizzi, Rolando Villazón & Wiener Philharmoniker)
- “Les Vêpres Siciliennes” (1855) Obertura (The Berliner Philharmoniker & Claudio Abbado)

- “Simon Boccanegra” (1857) (Boccanegra: Piero Cappuccilli, Fiesco: Nicolai Ghiaurov, Amelia: Mirella Freni, Gabrielle Adorno: Veriano Lucheti, Director: Claudio Abbado)
- “Aroldo” (1857) Obertura (Porta, Damato, Vassallo, Iori, Borin, Morandi Teatro Municipale di Piacenza)
- “Un Ballo in maschera” (1859)
- “La Forza del destino” (1862)
- “Don Carlos” (1867) "È dessa! ... Un detto, un sol" (Anja Harteros, Jonas Kaufmann & The Bavarian State Orchestra)
- “Aida” (1871) Dueto Parte 1, Dueto parte 2 (Marilyn Horne, Jose Carreras & Wiener Philharmoniker, dir. Herbert von Karajan)
- “Otello” (1887) “Ave María” (Renée Fleming, soprano)
• Obras No Operísticas
- “Suoni la tromba” (1848)
- “Messa per Rossini” (1869) (Satik Tumyan, Mezzosoprano)
- “Inno delle Nazioni” (1862)
- “Missa da Requiem” (1874) (Marina Poplavskaya - soprano, Mariana Pentcheva - mezzo-soprano, Joseph Calleja – tenor, Ferruccio Furlanetto – bajo & London Philharmonic Choir & BBC Symphony Orchestra)
- “Cuatro Piezas Sacras” (1889 - 1898) “Te Deum” (Orchestra e coro del teatro alla Scala & dir. Daniel Barenboim)
- “Canciones”

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