El 31 de enero de 1797 nació en Lichtental, Viena, el compositor austríaco Franz Schubert, considerado introductor del Romanticismo musical, gran compositor de “lieder”, así como de música para piano, de cámara y orquestal. Se le considera el último gran representante del estilo clásico que llevaron a su máximo esplendor los compositores Haydn, Mozart y Beethoven y uno de los primeros en manifestar una subjetividad y un lirismo inconfundiblemente románticos en su música.
El Lied (breve composición para voz y piano, antecesor de la moderna canción), uno de los géneros paradigmáticos del Romanticismo, encontró en él a su primer gran representante, cuyas aportaciones serían tomadas como modelo por todos los músicos posteriores, desde Robert Schumann hasta Hugo Wolf y Gustav Mahler.
Hijo de un modesto maestro de escuela, Schubert aprendió de su padre la práctica del violín y de su hermano mayor Ignaz, la del piano, con tan buenos resultados que en 1808, a los once años de edad, fue admitido en la capilla imperial de Viena como miembro del coro y alumno del Stadtkonvikt, institución en la que tuvo como maestro al compositor Antonio Salieri. La necesidad de componer se reveló en el joven Schubert durante estos años con inusitada fuerza, y sus primeras piezas fueron interpretadas por la orquesta de discípulos del Stadtkonvikt, de la que él mismo era violinista.
El único campo que podía reportar grandes beneficios a un compositor de la época era el teatro, la ópera, y aunque éste fue un género que Schubert abordó con insistencia a lo largo de toda su vida, bien fuera por la debilidad de los libretos escogidos o por su propia falta de aliento dramático, nunca consiguió destacar en él. Sus óperas, entre las que merecen citarse “Los amigos de Salamanca”, “Alfonso y Estrella”, “La guerra doméstica” y “Fierabrás”, continúan siendo la faceta menos conocida de su producción.
Schubertiada |
En medio de su actividad creativa, su salud se fue deteriorando. Luchaba contra la sífilis desde 1822. La enfermedad final tal vez fuera fiebre tifoidea. A pesar de ello, no hubo evidencias suficientes como para hacer un diagnóstico definitivo. Su consolación durante su enfermedad terminal era la lectura, y se convirtió en un fan apasionado de los escritos de James Fenimore Cooper. Schubert murió a los 31 años, el 19 de noviembre de 1828 en el apartamento de su hermano Ferdinand en Viena.
Admirado en un círculo muy restringido, la revalorización del compositor se llevó a cabo a partir de su muerte: obras inéditas o que sólo se habían interpretado en el marco familiar, empezaron a ser conocidas y publicadas, y defendidas por músicos como Robert Schumann o Felix Mendelssohn. Es, sobre todo, el caso de su producción instrumental madura, de sus últimas sonatas para piano, sus cuartetos de cuerda y sus dos postreras sinfonías, a cuyo nivel sólo son equiparables las de Beethoven.
Obras destacables:
• Sinfonía nº 4: Trágica (1816) (La Scala Phil. & Carlo Maria Giulini)
• Sinfonía nº 5 en si bemol mayor (1816) I. Allegro - II. Andante - III. Menuetto - IV. Allegro Vivace (Orquesta Sinfónica de la radio de Baviera & Director: Colin Davis).
• Lied "Die Forelle", (La trucha) (1817) (Barítono- Robert Holl, Piano- David Lutz)
• Lied "An die Musik", (A la música) (1817) (Erich Kleiber, Hilde Gueden, Hilde Rossl-Majdan, Suzanne Danco & Vienna Philharmonic Orchestra)
(Mieczyslaw Horszowski, piano & Budapest Quartet)
• “La bella molinera” (1823) "Des Baches Wiegenlied" (Canción de cuna del arroyo) (Christoph Prégardien - Tenor, Andreas Staier – Pianoforte)
• Cuarteto para cuerda, nº 14 en re menor "La muerte y la doncella" (1824), 1/4, 2/4, 3/4, 4/4 (Cuarteto Amadeus)
• “Alfonso y Estrella” (1822) (Christian Benda & Prague Sinfonia)
• Sinfonía nº 8: Inacabada (también llamada Inconclusa) (1822) (New York Philharmonic Orchestra, dir. Bruno Walter)
• “6 Momentos Musicales para piano D 780, op. 94” – Nº 1, 2 y 3 (1824) (Friedrich Gulda, piano)
• Lied "Nacht und Träume" (1825) (Dietrich Fischer-Dieskau, baritono y Gerald Moore, piano)
• “Winterreise” (1826) (Thomas Hampson & Wolfgang Sawallisch)
• “Impromtu Opus 90 nº 4” (1827) (Rubinstein, piano)
• "Trío con piano nº 2", en mi bemol mayor, (1827) (Trío Capuçon)
• "El canto del cisne canción Serenade” (1828) D. 957 (Horowitz, piano)
• “Fantasía en Fa menor Parte 2” (1828) (Richter-Britten piano 4 manos)
• "Trío con piano nº 2", en mi bemol mayor, Andante (1827) (Trío Capuçon: Frank Braley, Renaud Capuçon, Gautier Capuçon)
Muchas son las piezas de Schubert que se han utilizado en el cine, desde su célebre Ave María, hasta La muerte y la doncella, Momento musical, Serenade, sus Impromtus o sus Sonatas para piano.
El Trío No. 2 en mi bemol mayor, para piano, violín y violonchelo, que fuera una de sus últimas composiciones, fechada en noviembre de 1827 y publicada poco antes de su muerte fue utilizada en varios filmes, como “Barry Lyndon” (1975), de Stanley Kubrick, que aprovecha al máximo esa cualidad melancólica que aporta el tema principal del segundo movimiento y sigue siendo, a día de hoy, el director que mejor ha utilizado la pieza. Aparece de nuevo, casi una década después, en “The Hunger”, de Tony Scott, en el momento en el que Miriam (Catherine Deneuve), seduce a John (David Bowie).
En la década siguiente, en 1995, volvemos a escuchar la pieza de Schubert, esta vez en un ambiente nada romántico, resaltando el carácter sensible de los tipos duros de “Crimson Tide” (Marea roja, 1995), también de Tony Scott.
En “La muerte y la doncella” (1995), película de Roman Polanski basada en la obra teatral de 1992 del chileno Ariel Dorfman, la protagonista, Paulina (Sigourney Weaver), enfrentada a un torturador (Ben Kingsley) que la sometió a terribles vejaciones años atrás durante una etapa de violenta represión política en su país, recuerda en el film que cuando sufría las torturas, él siempre ponía música para que no se escucharan sus gritos y para crear una determinada atmósfera, un ambiente que confería a las torturas un punto desquiciado de refinamiento. Siempre se trataba de la misma pieza, que desde entonces le había perseguido en todo momento y lugar: El primer movimiento del cuarteto “La muerte y la doncella” (The Alban Berg Quartet), una música hipnótica y de una 'fuerza metafísica arrolladora'.
La película "Retrato de una dama" dirigida por Jane Campion en 1996, y protagonizada por Nicole Kildman y John Malkovich, utiliza en su banda sonora dos “Impromtus” el nº 3 y el nº 4 y, de nuevo, el célebre Cuarteto en re menor II, Andante con moto. En “La pianiste”, siendo su protagonista la profesora de piano Erika Kohut (Isabelle Huppert) -especialista en Schubert- era obligado incluir el trío nº 2. Sobre todo cuando la acción se desarrolla en Viena, tan cerca de la ciudad natal del compositor. La propia Huppert se encarga de interpretar la pieza al piano.
“Land of the Blind” (Tierra de sangre, 2006) ) es otro de los títulos que utiliza los melancólicos acordes de Schubert, en un satírico drama político sobre el terrorismo, la revolución y el poder de la memoria. Heroísmo y romanticismo, precisamente las dos cualidades que contrastan en la tonalidad en mi bemol mayor. Arnand Tucker, que ya hiciera gala de su conocimiento musical en la magnífica “Hilary and Jackie”, incorpora la cualidad melancólica del Trío No. 2 en “And When Did You Last See Your Father?” (La última vez que vi a mi padre, 2008), una película en la que un hijo rememora los conflictivos recuerdos que conserva de su moribundo padre. Por último, en “The Mechanic”, un título de acción pura y dura, en el que siguiendo la estela de “Crimson Tide”, Simon West recurre a esta pieza musical para atribuir ternura y sensibilidad a un individuo que se dedica a asesinar por encargo. El contraste que ofrece la romántica pieza de Schubert con la dureza de las acciones y personajes de la película, proporciona una sensación extraña en el espectador cada vez que se escucha en la película el maravilloso Trío en mi bemol mayor.
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