El 20 de enero de 1855 nació en París, en el seno de una familia burguesa, el compositor romántico francés Ernest Chausson. Su padre, Prospère Chausson (1804-94), empresario de obras públicas, le dió una buena educación. Tuvo un preceptor particular, Brethous-Lafargue, un hombre de mundo amante de las disciplinas artísticas, que le llevaba a conciertos y exposiciones y que le introdujo, hacia 1871, en los salones parisinos.
Chausson frecuenta el de Madame Jobert (la madrina de Musset), y, a partir de 1874, el de Madame Saint-Cyr de Rayssac. En ellos conoce a personalidades como los pintores Henri Fantin-Latour, Odilon Redon, Paul Chenavard, al abad Lacaria y al músico Vincent d'Indy. Por esa época, comienza a escribir —redacta varias noticias, esboza una novela— y ensaya un poco el dibujo. En octubre de 1875, para satisfacer a su padre, ingresa en la facultad de derecho. Obtiene su licenciatura en abril de 1876 y posteriormente el doctorado. Se convierte en abogado de la corte de apelación de París, pero nunca realizará el curso de prácticas.
En 1879, a la edad de 25 años, se matricula por libre en la clase de composición que Jules Massenet impartía en el Conservatorio de París. Tiene ya escritas algunas composiciones, como dos sonatinas para piano a cuatro manos, algunas variaciones y algunas canciones (aunque los manuscritos más antiguos que se conservan son de estudios de composición corregidos por Massenet). Se presenta al Prix de Rome en 1880 con la cantata “L'Arabe” para tenor y coro de hombres, pero fracasa en el concurso. Continúa sus estudios hasta 1883, primero en el Conservatorio y, después, de forma privada, con César Franck, al que había sido presentado por d'Indy. En 1882 viaja a Alemania, principalmente para escuchar a Wagner y asiste en el Festival de Bayreuth al estreno de Parsifal, acompañado por d'Indy.
Chausson y Jeanne en 1890 |
Debussy toca en el salón de Chausson |
La obra de Chausson se clasifica en tres periodos.
El primero (1878-86), caracterizado por la influencia de las enseñanzas de Massenet, sería el periodo de las melodías elegantes, con canciones como "Le Temps De Lilas" texto de Maurice Bouchor (1877) (Philippe Jaroussky, contratenor; Jérôme Ducros, piano), “Le charme” texto de Armand Silvestre (Jessye Norman, soprano & Michel Dalberto, piano), "L'Albatros" poema de Charles Baudelaire) (1879) (Lemieux Marie Nicole),
"Souvent, pour s'amuser, les hommes d'équipage
Prennent des albatros, vastes oiseaux des mers,
Qui suivent, indolents compagnons de voyage,
Le navire glissant sur les gouffres amers.
A peine les ont-ils déposés sur les planches,
Que ces rois de l'azur, maladroits et honteux,
Laissent piteusement leurs grandes ailes blanches
Comme des avirons traîner à côté d'eux.
Le Poète est semblable au prince des nuées
Qui hante la tempête et se rit de l'archer ;
Exilé sur le sol au milieu des huées,
Ses ailes de géant l'empêchent de marcher"
Charles Baudelaire de "Les Fleurs du Mal"
“Les papillons” (1880) (Jadwiga Teresa Stepien - mezzosoprano); Maja Nosowska - Pasławska – piano), la “Sérénade Italienne” (1880) (Myriam Leblanc, soprano) o “Le Colibrí”, poema de Leconte de Lisle (1882) (Jessye Norman, soprano)
En este periodo hay una evolución de la trama armónica y formal, influenciada por las músicas de Wagner -como en la orquestación de "Viviane", poema sinfónico (1882-7) (dir : Armin Jordan)- y de César Frank, como en las canciones “Nany” (1880) sobre un poema de Leconte de Lisle (Gérard Souzay, tenor), “La dernière Feuillet” (1880), el “Hymne védique” (1886) (Radio-Strasbourg), una obra mayor, “La caravane” (1887) y las célebres “Quatre mélodies opus 13”(1887): “Apaisement” (Paul Verlaine: La hora exquisita) (Christine Schäfer -soprano & Irwin Gage -piano).
L’heure exquise - Paul Verlaine
La lune blanche
Luit dans les bois;
De chaque branche
Part une voix
Sous la ramée...
O bien-aimée.
L’étang reflète,
Profond miroir,
La silhouette
Du saule noir
Où le vent pleure.
Rêvons, c’est l’heure!
Un vaste et tendre
Apaisement
Semble descendre
Du fimament
Que l’astre irise.
C’est l’heure exquise.
La hora exquisita - Paul Verlaine
La luna blanca
luce en los bosques;
de cada rama
parte una voz
bajo el ramaje...
Oh, bien amada.
El estanque refleja,
profundo espejo,
la silueta
del sauce negro
donde el viento llora.
¡Soñemos, es la hora!
Un vasto y tierno
sosiego
parece descender
del firmamento
que el astro irisa.
Es la hora exquisita.
El segundo periodo coincidiría con su nominación como secretario de la «Société de Musique» en 1886. Se le atribuye un fuerte carácter dramático, que también se explica por su carácter pesimista, o por el deseo de deshacerse de la imagen de rico diletante que siempre le acompañó.
Entre las obras más destacadas de esta etapa, se pueden mencionar:
“Poème de l’amour et de la mer” (1882-93): Parte 1/5, Parte 2/5, Parte 3/5, Parte 4/5, Parte 5/5 (Montserrat Caballé, soprano & London Symphony dir. Wyn Morris).
“La légende de Sainte Cécile” (1891), (Laurence Dale, Raphaelle Farman, Ange Todorovitch, Francois le Roux, Isabelle Vernet);
La “Ópera Arthus” (1886-95), de la que escribe también el libreto, (Act 1. Preludio y escena 1);
La “Sinfonía en si bemol mayor opus 20” (1889-90), (Minneapolis Symphony Orchestra, dir. Dimitri Mitropoulos);
El “Concerto op. 21 para piano, violín y cuarteto de cuerdas” (1889-91): Mov1, 1/2, Mov 1, 2/2, Mov 2, Mov 3, Mov 4 (Violín : Jascha Heifetz, Piano : Jesus Maria Sanroma, Quartet : Musical Art Quartet).
La muerte de su padre en 1894 marcaría el principio del tercer periodo, caracterizado por la gran influencia que en él ejercen los poetas simbolistas y sus lectura de los rusos Dostoievski, Turguenev o Tolstoi. De esta época serían el ciclo des “Serres chaudes” (1893-96) sobre poesías de Maeterlinck, la “Chanson perpétuelle” (1898) (Jessye Norman, soprano), “Soir de Fête”, poema sinfónico (1898) (Dir : Michel Plasson) y el “Poème opus 25” para violín y orquesta, estrenada por Ysaye y muy apreciada por Debussy: Parte 1, Parte 2 (George Enescu, violín).
"Les heures" Op. 27. Nº 1 (1896) (Philippe Jaroussky, contratenor & Jérôme Ducros, piano)
Con los años, la obra de Chausson gana constantemente en maestría formal y muestra una brillante armonía, a menudo original, a veces audaz, construida sobre la herencia de César Frank, incluso cuando esté teñida por la admiración que siente por la música wagneriana. Chausson fue un amateur que tuvo gusto y supo hacer.
“Ponga tres cucharadas soperas de Cesar Franck, dos de Wagner pasadas por un colador francés, una cucharita de d´Indy, otra de Massenet, tres gotas de Debussy, dos de angostura, una de melancolía, otra de desolación y una pizca de osadía. Agítese bien, pero con cuidado de no romper el sistema tonal, y obtendrá una interesante mixtura: 'Combinado Chausson', sólo para paladares a la búsqueda de nuevas emociones a través de imaginativos contrastes.” Joaquim Zueras
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