El 10 de diciembre de 1822 nació en Lieja, el compositor, organista y pedagogo belga naturalizado francés, César Auguste Franck. Ocupa un lugar privilegiado en la historia de la música francesa no sólo por el valor incuestionable de su producción, sino, sobre todo, por su decisiva influencia en toda una generación de compositores. Frank fue un hombre austero y reservado, centrado en los valores espirituales de la música, compositor absorto en su interioridad y un maestro alrededor del cual se reagruparon espontáneamente los jóvenes músicos franceses. Además en medio de la crisis con que culminó el Segundo Imperio y del cúmulo de desesperanza que suscitó su caída, se afirmó en Francia la necesidad de impulsar el renacimiento de la música nacional y el principal artífice de este “musical” hecho fue el compositor belga Franck.
Conservatorio de Lieja |
Antonin Reicha |
Por su parte, Nicolas Joseph propuso a su hijo que compusiera una égloga bíblica en tres partes titulada 'Ruth', sacada de la Biblia gracias a la ayuda e intervención de un literato llamado Guillemin, así que la idea de Franck padre fue aceptada por el joven compositor belga. Aproximadamente en un año quedó terminada 'Ruth' y, después de muchos manejos por parte del padre de César Franck, fue interpretada en la Sala Érard el 1.º de noviembre de 1845, en presencia de los principales músicos activos de la sociedad parisina. Después de la interpretación de esta obra fue cuando César se despojó para siempre de la tutela de su padre: se casó, tuvo cuatro hijos (de los cuales dos de ellos murieron inmediatamente y los otros sobrevivieron) y se inició el período oscuro de su vida.
El 22 de febrero de 1848, abierto el enfrentamiento con su padre, Franck se casó con su alumna Eugénie-Félicité-Caroline Saillot-Desmousseaux. El hecho fue suficiente para despertar las iras de su padre ya que encarnaba el espíritu burgués de la época más retrógrado en el que una “insignificante” alumna era poco para su status y el de su hijo. Finalmente, tras la boda, el compositor belga se vio obligado a dedicar gran parte de su tiempo y de sus energías a las actividades remunerativas para asegurar el bienestar de su nueva familia. Gracias a un sacerdote amigo, el abate Dancel, consiguió en 1858 que el musicólogo belga fuera nombrado organista de la iglesia de Sta. Clotilde. Dicho órgano construido por Aristide Cavaillé-Coll (uno de los renovadores de la técnica de construcción de órganos en el siglo XIX) se convirtió en el emblema de la personalidad de Franck, hombre reflexivo y sencillo a un tiempo, huidizo y concentrado en su abstracto universo musical que no paraba de repetir: “Mi órgano es mi orquesta”. En 1859, un año después de haber obtenido el puesto de organista en Sta. Clotilde, César Franck inauguró el gran órgano de Cavaillé-Coll, que tocaría hasta su muerte.
Para este instrumento compuso, entre otras obras, la célebre recopilación titulada Seis piezas para gran órgano en la que destaca el Preludio, fuga y variación en Fa menor, dedicado a Saint-Saëns, dado que en ella coinciden valores tímbricos refinados y una clara estructura, al igual que ocurrirá en las piezas análogas para piano compuestas por Franck hijo en los últimos años de su actividad.
En definitiva, el compositor belga alcanzó la fama bastante tarde: fue en 1871, al celebrarse el primer concierto de la Société Nationale de Musique (contó como figuras: Saint-Saéns, Fauré, Jules Massente, Edouard Lalo…) en el seno de la cual adquirió un notable relieve y encontró el ambiente adecuado para que su música fuera valorada. La muerte le llegó a los 68 años de edad (no tan tarde como su reconocimiento profesional) un 8 de noviembre de 1890, a consecuencia de una pleuritis mal atendida.
La música sinfónica
• El cazador maldito (Orchestre du Capitole de Toulouse). Poema sinfónico basado en una leyenda alemana narrada por Gottfried August Bürger
• Variaciones sinfónicas para piano y orquesta
• Sinfonía en re menor
La obra para piano
• Preludio, coral y fuga Parte 1, Parte 2, Parte 3 (Artur Rubinstein, piano). Obra de esplendorosa madurez compuesta en 1884, este “combate entre la sombra y la luz” y “una de las diez piezas fundamentales de la literatura pianística” para Alfred Cortot, hizo en cambio decir a Saint-Saëns: “El coral no es un coral y la fuga no es una fuga; no se parece a ella más que un zoófito a un mamífero.” De una alta dificultad expresiva toda ella, el preludio es una insistente mirada sobre el abismo y va seguido, sin solución de continuidad, del coral, un tiempo lento doliente y misterioso, y, tras una bellísima modulación, de la luminosa Fuga.
• Preludio, aria y final
La que podría ser considerada “la sonata pianística” de César Franck fue concluida en 1887 y estrenada el 12 de mayo del año siguiente por su dedicataria, la pianista Bordes-Pene. A diferencia del tríptico de 1884, se trata de una obra en la que predomina la claridad. Se abre con un majestuoso Preludio de amplio tema y delicado cromatismo. En el Aria, que adopta la forma de balada, las indicaciones “simple,” “melodioso” y “muy dulce” aparecen con frecuencia. El tumultuoso Final (Andreas Bened, piano), de grandes contrastes, recorre temas de los otros movimientos, atravesando sucesivas tonalidades antes de disolverse en la brillante tonalidad principal.
• Seis piezas
La primera colección de piezas organísticas fue escrita entre 1860 y 1862 y está integrada por seis obras muy diferentes. La Fantasía es en sí misma un tríptico, de movimientos extremos lentos. La Gran pieza sinfónica, dividida en seis partes, anuncia las futuras sinfonías para órgano de Widor. El Preludio, Fuga y Variación dedicado a Saint-Saëns, comienza y concluye con una bella melodía acompañada y sería transcrito después para piano. La bucólica Pastoral fue dedicada al célebre organero Cavaillé-Coll. La Oración es una pieza bipartita basada en una especie de coral de corte romántico. Por último, el Final (Jean-Jacques Grunenwald & Cavaillé-Coll organ, 1890) que cierra la serie, es una pieza de exhibición con largos solos de pedal y acordes enérgicos.
• Tres piezas
Compuestas para la inauguración del órgano Cavaillé-Coll del Trocadero y estrenadas por el propio autor el 1 de octubre de 1878, son más complejas y atormentadas que las Seis piezas. Tres piezas, donde la Fantasía en La es una emotiva pieza en la que tiene un especial papel melódico el registro “voz humana.” El Cantabile posee un carácter religioso y sereno. Finalmente, la Pieza Heroica, sólida y vigorosa, comienza con un tema amenazador acompañado de acordes obstinados y concluye con un brillante y muy franckiano coral.
• Tres corales
Auténtico testamento musical del compositor y ciclo fundamental en la literatura organística, los Tres corales (Órgano: Peter Hurford) fueron escritos durante el verano boreal de 1890 (el último sería concluido el 25 de septiembre) por un César Franck ya enfermo. El Primer Coral, un conjunto de variaciones en crescendo gradual hasta un final grandioso, “no es lo que se piensa; el verdadero coral se va haciendo durante el transcurso de la obra,” según indicó el propio compositor a su alumno D’Indy. El Segundo Coral consta de dos series de variaciones sobre una triste y austera melodía, separadas por un dramático recitativo. El Tercer Coral tiene estructura tripartita y contiene pasajes de tipo toccata y un lírico adagio, además de la sección propiamente coral, concluyendo de modo triunfante.
La música de cámara
• Trío concertante núm. 1 en fa sostenido menor para piano, violín y violonchelo (Paulo Gori, piano, Winston Ramalho, violín & Antonio Del Claro, violoncelo). Escrito por un César Franck de apenas dieciocho años, el Trío en fa sostenido (1840) es el primero de un conjunto de cuatro y en él surge por primera vez la forma cíclica tan cara al compositor. Se abre con un movimiento bitemático: un tema sombrío y agitado es seguido por otro de carácter contemplativo, el motivo que recorrerá toda la obra. El segundo tiempo, un Scherzo, incorpora dos tríos, en el segundo de los cuales reaparece el tema cíclico. La obra se cierra con un Finale en forma de sonata. (Sviatoslav Richter, piano; Oleg Kagan, violín & Natalya Gutman violonchelo)
Como en la Sinfonía, Franck tardó casi cuarenta años desde el Trío en fa sostenido en regresar a la música de cámara. Lo hizo con el magistral Quinteto de 1879, dedicado a Saint-Saëns y estrenado en la Société Nationale el 17 de enero de 1880, con el dedicatario al piano.
Enormemente apasionada, la obra es de gran envergadura y complejidad y Franck adopta para ella una vez más la estructura cíclica. Consta de tres movimientos: un Molto moderato que comienza con una introducción dramática, desembocando en un tiempo rápido cromático y de amplio desarrollo; un Lento de largos temas melódicos en el que, no obstante, no decae la tensión y, finalmente, un fogoso Allegro non troppo, donde retornan los motivos cíclicos de los movimientos precedentes. (Le Quatuor Bernède Jean-Claude Bernède, violín - Gérard Montmayeur, violín - Guy Chêne, viola - Paul Boufil, cello & Samson François, piano)
• Sonata en la mayor para violín y piano
Obra capital de la música de cámara francesa del XIX, la Sonata para violín y piano fue escrita en el verano de 1886 y dedicada al violinista Eugène Ysaÿe, quien la estrenaría en el Círculo Artístico de Bruselas el 16 de diciembre del mismo año y sería uno de sus principales difusores. La Sonata gozó desde el principio de una excelente acogida y, junto al Cuarteto, estuvo entre las piezas favoritas de Marcel Proust, que la citaría tácitamente en su novela En busca del tiempo perdido. Dividida en cuatro movimientos, el Allegro ben moderato inicial es una breve forma sonata que presenta el motivo cíclico de la obra y sirve de introducción a un Allegro intenso y apasionado. Sigue un inusual Recitativo–Fantasía, de original desarrollo. El final, Allegretto poco mosso (Nesterovska/Lečić) comienza con un canon entre violín y piano, de estilo pastoral, y a través de un luminoso recorrido tonal conduce a un clímax de gran brillantez.
• Cuarteto en re mayor (Quatuor Ysaÿe)
El Cuarteto es una de las últimas composiciones de César Franck. Comenzado en el otoño de 1889, tras haber estudiado a fondo los cuartetos de Beethoven, el estreno se produjo el 19 de abril de 1890 y el éxito fue clamoroso. “¡Vaya! —exclamaría con cierta amargura el músico—, parece que el público empieza a comprenderme.” La obra, densa y marcada toda ella por el sello característico del autor —el carácter cíclico y la inestabilidad tonal—, se inicia con un Poco lento–Allegro de grandes contrastes, que culmina en una fuga. Siguen un Scherzo de sutil colorido sonoro y un Larghetto que es una mezcla de andante y rondó. El movimiento final, Allegro molto, adopta la forma sonata y por él desfilan de nuevo motivos y temas de los movimientos anteriores.
Gracias, muy ilustrador este artículo y la música del maestro Cesar Franck hermosa
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